No de papaya
Nancy Rodríguez Guevara
Editora Gente de Cabecera
Así como lo leen.
Esa fue la respuesta de un agente de la policía a una ciudadana que lo buscó para que la ayudara, ya que había sido víctima de unos delincuentes en moto que le robaron su bolso, en el que llevaba su celular, sus documentos y dinero, entre otras cosas.
A otra ciudadana la dejaron ‘plantada’ los agentes de la policía, quienes recibieron la llamada de la enfurecida víctima, en la que denunciaba que dos pelafustanes la habían amenazado con un arma blanca y le habían arrancado su bolso que contenía sus documentos, dinero y su recién comprado celular, el mismo que le serviría para tomarle mejores fotos a su pequeña.
“Ya mismo vamos para allá. Espérenos”… como dice la historia: ‘Aún en las noches de luna llena la siguen viendo en esa esquina, a la espera de los policías que irían a ayudarla’. Nunca llegaron.
Esa misma sensación de desprotección, de inseguridad, de que en esta ciudad y su área metropolitana nadie los cuida, es la que sienten miles de ciudadanos que día a día se ven abocados a diferentes acciones cometidas por delincuentes, a quienes poco o nada les importa amenazar, aterrorizar y hasta asesinar a sus víctimas.
Estas no son respuestas aceptables de una autoridad que debiera estar atenta a solucionar, a proteger, a resguardar, a cuidar a los ciudadanos que claman por sentirse seguros en las calles de sus municipios.
No son todos los agentes. Se espera una mejor actitud ante esa que es la razón de su existencia: la prevención de la comisión de los delitos y el esclarecimiento, cuando ya se han cometido.
Esa no es una respuesta seria señores agentes, y menos la actitud para con los ciudadanos que confían en la institución.