Graciela Sanzón: ‘Pinceladas’ de pasión y perseverancia
Por: Edward Grimaldos Gómez
La pasión que le imprime Graciela Sanzón de Hernández a sus obras de arte se refleja en el resultado final: pinturas llenas de color y texturas que denotan de lleno su amor por la naturaleza.
Se considera una defensora innata del planeta, una convicción que se refleja en su trabajo, y su más reciente obra “Todos somos naturaleza”, que se exhibe en la Alianza Francesa de Bucaramanga, no es la excepción. En ella representa aquellos paisajes santandereanos que la han enamorado desde que se radicó en este departamento, así como aquellos que están inspirados en su tierra natal, Pasto (Nariño).
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Sus lienzos también son aprovechados para hacer un llamado social de cuidado y conciencia ante fenómenos ambientales mundiales como la deforestación de la Amazonía y el deterioro de los recursos naturales.
“En Todos somos naturaleza, expongo ese sentir que debemos tener por el planeta, porque si nosotros no protegemos lo que está a nuestro alrededor nos estamos destruyendo a nosotros mismos”, comentó la artista.
No le gusta encasillarse en un “ismo” como ella misma lo dice. Dice tener un poco del expresionismo porque siempre plasma lo que siente, pero no duda en decir que su técnica es de carácter libre, por la variedad de materiales que utiliza.
“En la mayoría de mis obras integro las texturas con diversidad de materiales, porque todos sabemos que la naturaleza no es plana, por el contrario cada cosa que la compone tiene una textura, y eso me gusta representarlo con diferentes tipos de arenas y arcillas principalmente”, explicó Sanzón.
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Quiere sembrar la semilla de la inquietud sobre temas ambientales que tanto la apasionan. Además quiere que a través de su trabajo, las personas se animen a explorar su lado artístico para que puedan materializar aquellas ideas que los impulsa a explorar el mundo del arte.
«Siempre pinto lo que quiero expresar, por eso siempre me siento a gusto con el resultado final. No serviría para pintar por encargo, porque yo disfruto poder mezclar mis propios materiales, sentir la arcilla y la arena… Tengo la certeza que siempre le pongo el corazón y el alma», Graciela Sanzón.
Una artista perseverante
Siempre supo que le gustaba el arte, le encantaba leer sobre el tema y se inquietaba por crear con cualquier cosa que tuviera a la mano. Por eso se formó en variedad de cursos de todo tipo de técnica artística, experiencias de la cual resalta el aprendizaje que obtuvo del maestro santandereano Mario Hernández Prada (q.e.p.d).
“Me gustaba mucho pero no me animaba a crear, fue él (Mario Hernández Prada) quien me enseñó y me impulsó a hacerlo. Siempre me dijo que él enseñaba a artistas originales”, agregó la señora Graciela.
Pero su deseo de aprender seguía inquietándola. Quería estudiar, formarse profesionalmente en lo que tanto le gustaba, por eso hacia 1998 a la edad de 50 años, cuando supo que la Universidad Industrial de Santander, UIS, abrió el programa de Artes Plásticas, no dudó en inscribirse y logró ser parte de una de las primeras promociones a pesar de las adversidades.
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“Me enfrentaba a un ambiente un poco difícil porque los profesores y mismos estudiantes intentaban menospreciar el trabajo que yo y otras compañeras de mi edad realizábamos en la clase, tal vez por la edad. Además también tuve que sobrellevar el rechazo de mi esposo por la idea de estudiar”, recordó.
Esa misma perseverancia y deseo por hacer lo que realmente le gusta, es lo que le ha permitido ser parte de una exposición nacional con el Ministerio de Cultura, participar de la convocatoria “Pintermos La Hormiga” del Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga, y liderar muchos otros proyectos artísticos.
La exposición de Graciela Sanzón se exhibe hasta el próximo 31 de octubre en la Alianza Francesa de Bucaramanga. La entrada es libre.
Arte y labor social
Otra de las pasiones de ‘Sanzón’, como firma sus obras, es la creación de artículos del hogar a base de materiales reciclables que sean útiles.
Por eso, desde el Banco de la República y en apoyo a otras fundaciones sin ánimo de lucro, enseña a niños y personas de comunidades vulnerables en Bucaramanga y otros municipios de Santander, a transformar sus desechos en objetos de utilidad con un toque artístico.