No odie, no se envenene usted mismo
Nancy Rodríguez Guevara
Editora Gente de Cabecera
Si alguien te da un regalo, pero tu no recibes, ¿quién se queda con el regalo? Definitivamente quien te lo da.
Si alguien dice odiarte, te insulta, te ofende, pero tu lo ignoras, ¿quién se queda con ese odio, ese malestar, esas ofensas? Por supuesto, quien las siente.
Por esas mismas razones no debes llenar tu corazón de resentimientos, de rabias, de molestias, ya que el otro ni se enterará y tu si cargarás con esas malas sensaciones en tu vida.
No arrastres cosas que no quieras cargar, lleva contigo esa carga que no te pese, que no te aflija, que no te duela.
Llena tu corazón de sentimientos que te alimenten: amor, paz, alegría. Aleja de ti todo aquello que te envenene el alma, que aleje de ti tu tranquilidad.
Nada es más importante que vivir cada día con la esperanza de encontrar la sabiduría que nos da la paz interior.
Esa paz se alcanza alejando esas malas influencias, esas personas que generan energías confusas, que solo se acercan a hablar mal de quienes lo rodean, que promulgan odio y desesperanza a su paso y terminan sembrando cizaña en los corazones ajenos.
No sea influenciable, blíndese contra esos personajes que no le aportan, que no siembran cosas positivas en su corazón.
Siembre con amor y recogerá en abundancia cuando sea el momento de la cosecha. Es probable que como padre no alcance a recoger, pero enseñe a su paso a sus hijos a labrar, a sembrar y esperar con paciencia para recoger el fruto de lo trabajado.
Aléjese de esos regalos que lo pueden llenar de desesperanza, odio y rencor. Rodéese