A conciencia
Nancy Rodríguez Guevara
Editora Gente de Cabecera
No suelo hablar o escribir sobre política, y esta no va a ser la excepción.
Cuando escribo ‘A conciencia’, lo hago como una manera de recordar la importancia de ser responsable con todas las decisiones que se tomen en la vida. Como una forma de exponer que todo lo que diga o haga va a dejar secuelas en mi vida y en la de las personas que me rodean.
Por eso, insisto en la importancia de ser consecuente entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que se piensa y lo que se actúa.
Existen ocasiones en las que las cosas no salen como se planean, ocasiones en las que por más que se intente los resultados no son los esperados. Ahí es donde vemos la importancia de analizar qué pasó, en dónde estuvo la falla y qué se puede hacer para mejorar el resultado o, en el peor de los casos, remediar el daño hecho.
No somos infalibles, pero si somos inteligentes y esa es la razón por la que debemos hacer las cosas a conciencia, con la certeza de que se quiere lo mejor, para después no tener quejas por el resultado.
Si solo nos fijamos en la envoltura, en la parte externa, en lo que se muestra, es probable morir engañados.
Nos muestran lo que saben que nos gustaría ver. La obligación es analizar y mirar si lo que se ve es lo que realmente se quiere para el futuro, el de nuestros hijos, el de nuestras familias.
La tarea no es fácil, se trata de no dejar pasar los detalles que enriquecen, de no comer entero y, especialmente, se trata de no creer todo lo que se escucha. Señores, hay que analizar, hay que pensar, hay que hacer las cosas a conciencia para que después no hayan lamentaciones.
¡Se tenía que decir y se dijo!