Mejor sin castigo físico
Nancy Rodríguez Guevara
Editora Gente de Cabecera
Un proyecto de ley que busca evitar el castigo físico a los menores de edad, fue presentado por la directora del Bienestar Familiar, Juliana Pungiluppi.
Se esperaría con esto que Colombia se sumara a Francia, que esta semana promulgó la ley que prohibe los castigos físicos a los menores, como una forma de corregir malos comportamientos.
En un país como Colombia, en el que las cifras lo delatan como violento, no falta quien defienda que “la letra con sangre entra”, que “no ha muerto el primero por un chancletazo” y más aún, no falta quien defienda su postura de que “a mí rejo fue lo que me dieron y mírenme, nada me pasó y soy todo un profesional”.
¿Qué hay detrás de esa defensa férrea de la violencia? ¿Por qué negar la posibilidad de educar menores sin castigos físicos y con más argumentos? ¿Por qué no permitir que los niños tengan una infancia sin chancleta, pellizco, correa, rejo y demás?
Es más difícil esgrimir palabras y razones, que acudir al castigo físico ante un error cometido por un infante. Es más fácil castigar con golpes una equivocación, que educar con argumentos para formar mejores personas que aporten a la sociedad.
Hacer este cambio de mentalidad requerirá de largos y estructurados procesos culturales que demandarán esfuerzos en todas las esferas de la sociedad.
Padres, docentes, hijos, abuelos, familias enteras, instituciones, deberán trabajar de la mano para sacar adelante un proyecto que haría que nuestros jóvenes no llevaran el estigma de violentos que tanto nos ha marcado en la historia.
¿Qué tan difícil se nos hace comunicarnos sin agredirnos?. ¿Qué tan difícil es exponer un punto de vista sin imponerlo?. Ojalá este proyecto prospere, en aras de formar menores sin necesidad de agresiones físicas.