Ser agradecidos
Nancy Rodríguez Guevara
Editora Gente de Cabecera
Por estos días hospedamos a dos niñas en nuestro hogar, debido a un evento deportivo que se desarrollaba en la ciudad.
Dos jovencitas de esas que han sido criadas en una familia tradicional, bajo normas básicas.
Una de las tantas frases que me llenó el corazón de amor y esperanza fue: “Mi mamá me enseñó que hay que ser agradecida en la vida”.
Lo único que pretendía era que me dijera que fruta prefería al desayuno. Para ella no importaba cuál. Todo fue rico y suficiente.
Todos los días que estuvieron en casa querían servir, atender, ayudar.
No les escuché una mala expresión, una palabra soez, una conversación fuerte, nada.
Dos niñas que llegaron de Apartadó con el deseo de jugar voleibol por Santander y siempre mostraron una cara amable.
En el coliseo, muy cerca de ellas, escuché conversaciones fuertes, expresiones pasadas de tono. Nunca se inmutaron, se sintieron o denigraron de nadie. Al contrario, siempre, hasta el último minuto, dieron las gracias por lo que se les brindó.
Qué bonito es ese sentimiento de agradecimiento, darlo y recibirlo.
Qué bien se siente cuando se sabe que se valora el esfuerzo que se hace.
Qué importante es formar jóvenes integrales: buenas personas, buenos estudiantes, buenos hijos, hermanos, tíos, amigos y compañeros de viaje.
Qué importante es enseñarles a valorar cada esfuerzo suyo y de los demás, enseñarles que fuera de casa deben ser mejores, mostrar su capacidad de liderazgo, estar dispuestos a ayudar siempre, expresar sus gustos y necesidades, y ante todo, como lo dijo mi pequeña visitante: Ser agradecida con lo que la vida le ofrece.