Un recorrido en la historia por el sector aledaño a ‘Cuadra Play’
Por: Edward Grimaldos Gómez
El barrio Cabecera del Llano es conocido como uno de los sectores de mayor crecimiento comercial de Bucaramanga. Allí converge un gran número de personas del área metropolitana que llegan atraídos por sus centros comerciales, sus restaurantes, salas de cine y los clubes nocturnos.
Sin embargo, no siempre fue así. Como lo recuerdan varios de los que fueron los primeros residentes de este sector, en un inicio Cabecera era sinónimo de tranquilidad y ambiente familiar.
Ese es el caso de las casas contiguas al famoso parque Guillermo Sorzano González, conocido popularmente como “San Pío”, justo en lo que se comprende desde la carrera 34 a 36, entre calles 46 y 49, reconocida actualmente por la controvertida ‘Cuadra Play’, zona de varios establecimientos como bares y discotecas.
Estas casas empezarían a aparecer poco después de la década de 1950, cuando la constructora Urbanas vendió los lotes que pertenecían al famoso “Valle de Don Andrés”, la finca del prestigioso David Puyana, que se destacaba por la imponencia de su naturaleza.
Así lo recuerda el señor Norberto Pinilla, quien asegura haber nacido en una casa ubicada en la carrera 34 con calle 46.
“Yo puedo decir que nací ahí, ni siquiera en un hospital”, recuerda don Norberto entre risas… “Mis padres habían comprado el lote correspondiente a la manzana #53 por un valor de $2.500 y construirían su casa”, agrega.
Un sector se iría conformando de acuerdo a las necesidades de sus residentes. Es decir, el diseño de la casa lo determinaba quien compraba su lote, según recuerdan algunas personas, basados en qué tan grande era su familia.
“Esas casas eran diferentes unas de las otras. Unos las hacían más grandes que otras, basándose en el número de hijos que tenían. Por eso, algunas casas tenían más espacio para patio y jardín que otras”, agregó Pinilla.
Tan sólo algunos años después, el Banco Central Hipotecario compraría la manzana comprendida entre las carreras 35 y 36 entre calles 46 y 48, donde construiría las primeras casas en serie de la ciudad de Bucaramanga.
“Esas casas fueron las primeras en tener una construcción similar y se conocían como ‘las casas del Banco’, ese fue un proyecto del Banco Central Hipotecario”, recordó
Los recuerdos y las anécdotas
Una de las cosas que más recuerdan quienes habitaron esta zona de la ciudad, era el sentido original que tuvieron las vías de esa parte de Cabecera del Llano, hasta la década de 1980.
“Fue Don Armando Puyana quien instauró los sentidos de esas calles de esta manera: la carrera 34 tenía sentido Sur-Norte, entre las calles 48 y 46 y entre la 48 y 49 el mismo de la actualidad. Por su parte la carrera 35 se utilizaba en sentido Norte-Sur, entre las calles 46 y 48 y entre las calles 48 y 49, tenía el mismo sentido de la actualidad”, comentó Norberto Pinilla.
Alvaro Herrera, quien llegó a vivir a una casa ubicada sobre la carrera 34 en el año 1965 cuando tenía 14 años, asegura que su papá pagó tan solo $140.000 por ella.
“Eso era de unas hermanas que ya estaban viejitas. Estaban vendiendo por $170.000, y mi papá logró negociarla en $140.000 y se la vendieron”, comenta.
Para Herrera, sus mejores recuerdos se concentran en el parque San Pío, pues como residentes de esa zona se daban el lujo de tener un amplio y verde espacio para compartir entre amigos.
“Nos íbamos un grupo grande de amigos para allá después de llegar del colegio, cuando eso estudiamos en el San Pedro, allá jugábamos por ahí hasta las 10:00 de la noche. En esa época no había problema por la inseguridad”, agrega.
Lugar de honorables familias
En algo en lo que siempre coinciden quienes habitaron en esa época, eran las “distinguidas” familias que vivían en esas cuadras, con un profundo respeto y arraigo por la fe católica.
Algunas de las más recordadas eran la del doctor Luis Fernando Sanmiguel (quien fue Superintendente de Sociedades), el Dr. Jaime Serrano Rueda (Procurador General de la Nación) don Jesús Jaimes (Gerente del Banco Santander), doña Paulina de García, don Víctor Barreneche, don Alfonso Romero, don Gilberto Gómez (de la Rondalla Bumanguesa).
Don Pablo Pinilla (Gerente de Colgate Palmolive), don Eurípides Bejarano y don Julio Vega (Cofundadores de la UIS), las señoritas García (Matronas zapatocas) y don Elías Chahín (Propietario de Camisas Stewart), por nombrar tan solo algunos, en casas diseñadas por los arquitectos Pradilla, Pilonieta y Casas y, construidas por los maestros Zárate y Mogollón.
1980, una década de cambios
Sería a partir de la década de 1980 cuando grandes cambios empezaron a surgir en una cuadra de la que solo hacían parte ambientes familiares.
El comercio empezó a crecer, aparecería el complejo comercial Cabecera 1, 2, 3, y 4 Etapa paulatinamente, así como otros reconocidos recintos comerciales como Gratamira.
“Don Armando Puyana siempre supo que iba a construir el Centro Comercial de Cabecera, porque él dejó el lote para eso desde un principio”, comentó don Álvaro Herrera.
Pero con el paso del tiempo, a los centros comerciales, tiendas de ropa, restaurantes y cines se le sumaron los establecimientos de zona rosa y vida nocturna, que se ubican especialmente en la manzana localizada entre las carreras 34 y 35 entre calles 48 y 49.
“Esa cuadra hasta 1980 fue 100% residencial. Una vez terminada la etapa 2 cambio el uso y rediseño de los predios. Desde finales del siglo XX ya la cuadra se comercializó y en los últimos 15 años adquirió la característica de zona rosa y vida nocturna”, señaló el arquitecto Gilberto Camargo Amorocho, quien asegura ha visto la transformación de ese sector.
Según coinciden algunos vecinos, un comerciante de ese sector empezó a comprar poco a poco las casas, para posteriormente arrendarlas como locales comerciales. Fue así que a medida que nuevos negocios nocturnos surgían, más personas decidían vender.
Con la llegada de la ola comercial dedicada a la vida nocturna, las reconocidas familias de ese sector tuvieron que salir.
“Ahí donde ahora funciona un bar, a mitad de la carrera 34 entre calles 48 y 49 vivía el doctor Mario Mantilla Nougez, quien fue magistrado. A ellos les tocó vender”, comentó Pinilla.
La conformación de la popular Cuadra Play no sólo cambió el sentido familiar de esta zona de Cabecera, sino que les quitó la tranquilidad a los vecinos de las casas aledañas que aún permanecen.
Otros tantos, cansados del ruido de la música, las riñas, el mal parqueo y los desórdenes de las ventas ambulantes durante
el fin de semana, han preferido vender su propiedad o arrendarla y salir en busca de un lugar más tranquilo, pero tratando de respetar un acuerdo de buscar conservar el buen aprovechamiento del que fue el lugar que los vio nacer.
“Ante la infortunada alcaldada que autorizó el funcionamiento para cuadra play en el año de 1980, los vecinos hemos celebrado un acuerdo tácito con el que nos hemos comprometido a no vender ni arrendar a quienes pretendan montar negocios de licor o de prostitución, por lo que solo accedemos al uso Institucional, preferiblemente a uso Médico o de salud con el fin de mantener la pulcritud y la decencia familiar que nos antecede, todo en honor a nuestros antepasados y a nuestro arraigo religioso”, finalizó don Norberto Pinilla.