La inseguridad ronda a Bucaramanga y su área
Nancy Rodríguez Guevara
Editora Gente de Cabecera
Las alarmas están sonando insistentemente por el incremento en casos de robos, atracos, fleteos, asesinatos, riñas y demás, en Bucaramanga y toda su área metropolitana.
No hay lugar que no se haya visto afectado por el incremento de estos delitos.
La creciente sensación de inseguridad, que no se palpaba desde hace mucho tiempo, está tomándose de nuevo a los ciudadanos.
Los niños ya no están seguros. A la salida de los colegios están siendo víctimas de los delincuentes, quienes sin remilgo alguno los amenazan con armas blancas y les roban las pertenencias que llevan en esos momentos: maletines, celulares, billeteras, todo les sirve.
Los fleteos ya se perpetran a cualquier hora del día, en plena vía, frente a centenares de ciudadanos, quienes no son capaces de reaccionar ante la inminente amenaza contra sus vidas.
Aunado a esto, en menos de dos meses han ocurridos dos actos de sicariato, dos familias bumanguesas sumidas en la tristeza.
Las cifras de menores afectados por distintos actos de violencia no son alentadoras. La intolerancia pareciera ser la principal razón por la que esto sucede.
Lo cierto es que Bucaramanga y su área metropolitana han pasado de tener una percepción de poblaciones seguras, a una en donde sus habitantes temen circular por sus calles, temen ir a una reunión familiar, temen ir a un banco, a hacer una compra cualquiera.
Que se ofrecen escoltas, cierto. Pero ¿porqué mejor no garantizar una ciudad sana, limpia de delincuentes, rodeada de seguridad para que sus pobladores vuelvan a percibir la tranquilidad que años atrás se sentía?