Disfrute cada día
Nancy Rodríguez Guevara
Editora Gente de Cabecera
En estos días escuché una disertación de Alberto Lineros, un hombre que dejó el sacerdocio pero no se ha alejado de su particular forma de pensar y decir las cosas.
Aún en todas partes se le reconoce como el padre Lineros.
Él decía que hay que vivir la vida a plenitud aquí en la tierra, mientras estemos vivos, porque aunque se diga que existe vida después de la muerte, nunca nadie ha vuelto de allá para contarnos cómo es ese asunto.
Y razón tiene.
Por eso, lo mejor es que goce lo que tiene, disfrute su vida y sus días como si fueran los últimos, eso sí, sin hacerle daño a nadie, sin pasar por encima de nadie, respetando al prójimo.
Haga las cosas bien, si puede ayudar no lo piense tanto, no sobra ser amable. Recientes estudios dan cuenta que el ser amable reduce el estrés, mejora el estado de ánimo, beneficia el sistema inmunológico, alivia la ansiedad, es bueno para el corazón y hasta le ayuda a vivir más. ¿Quiere más razones?
Todo eso hace parte de un buen vivir aquí, sea feliz aquí, entre los vivos, entre su familia, con los amigos, y no se preocupe por cómo será ese más allá.
Si usted hace las cosas bien, téngalo por seguro que le seguirá yendo bien.
Siembre para recoger.
Si nota que no le están saliendo las cosas como quiere, reinvéntese, empiece de nuevo. De eso se trata vivir, de encontrar lo bueno de la vida, de descubrir que está hecha de matices y que no todo es blanco y negro.
Como dice el padre Lineros, viva hoy a plenitud, disfrute como si fuera el último día, porque el mañana es incierto.