Desarrollo Vs Vías
Nancy Rodríguez Guevara
Editora Gente de Cabecera
No tengo nada en contra del desarrollo. Me encanta el desarrollo.
Disfruto ir a un buen centro comercial con muchos almacenes, restaurantes, cines, sitios de diversión para niños, espacios que tengan diferentes propuestas para los visitantes.
Me gusta ver como una ciudad se expande a lo largo y ancho de su territorio. Esto ha ido ocurriendo en Bucaramanga y toda su área metropolitana.
Lo preocupante es que esa expansión, el crecimiento urbano, no viene de la mano de obras para la mitigación del tráfico, generado por la gran cantidad de edificios con apartamentos, urbanizaciones, centros comerciales y demás, multiplicados por el número de familias que poseen vehículos de diferentes tipos, llámense motos o carros de distintas gamas.
Las vías en Bucaramanga y toda su área metropolitana se quedaron cortas para la gran cantidad de vehículos que a diario circulan por ellas.
Medidas como la del pico y placa hicieron que muchos ciudadanos se lanzaran a comprar otro carro, cuyo número de placa les permitiera sacarle el quite a esta norma.
Y mientras tanto, los demás deben aguantarse cada día el ‘viacrucis’ en que se ha convertido recorrer corredores viales como la carrera 33 que pasa por el Viaducto La Flora y sigue por la Troncal Oriental; la Autopista que recibe el tráfico de las carreras 27 y 15 para acceder al Viaducto García Cadena, llegar a Cañaveral, pasar por Floridablanca hasta llegar a Piedecuesta.
Largas e infinitas horas que se pasan en trancones descomunales, pudiendo disfrutar ese tiempo en un verdadero programa familiar.
¿Y quién tiene la culpa de este despilfarro de energía, tiempo y exceso de estrés?