Magará, 50 años de tradición e historias
Redacción Gente de Cabecra
Sobre la esquina de la carrera 31 con calle 54 de Bucaramanga se levanta una edificación, que para muchos puede parecer vieja. Su tono gris y la arquitectura propia del lugar, hacen pensar que aquel negocio se quedó detenido en el tiempo, por allá en la época de los 60.
En la fachada de esa tradicional casa se levantan algunas letras grandes que conforman la palabra Magará: Una fuente de soda que cumple casi 50 años al servicio de los bumangueses y que se ha convertido en uno de los símbolos históricos de la ciudad de los parques.
Mario Alfonso Ramírez Castillo, heredero de la Fuente de Soda Magará, recuerda todas las trabas que en su momento tuvo para abrir sus puertas al público.
Aunque la idea del negocio fue de su padre, Ciro Alfonso Ramírez Cabeza, en un viaje a Silos, su pueblo natal ubicado en Norte de Santander, murió en un accidente.
Tras esto, su madre Maruja Castillo de Ramírez, quedó a cargo de la apertura del lugar, pero debido al duelo lo postergó un año, hasta que finalmente durante la semana santa de 1969, Magará abrió sus puertas y las naranjadas de doña Maruja, así como los sándwiches y helados que traían de Bogotá, tomaron fama en toda la ciudad.
Magará, que siempre ha estado en la carrera 31 con calle 54, cuenta Mario Ramírez, fue el nombre que su padre le quiso dar en honor a un indígena famoso de su pueblo.
Sin embargo, las historias que transcurrieron en este famoso lugar quedarán en la mente de los profesionales, alcaldes y hasta gobernadores que en algún momento de su vida se sentaron a tomar un Kola Hipinto de esta vieja casa, pues en los próximos 15 días cerrará sus puertas para darle paso a una cadena internacional de ‘minimarkets’.
El próximo sábado 8 de septiembre a las 5:00 p.m., algunos vecinos de Magará se reunirán en esta fuente de soda a charlar sobre la historia de este emblemático lugar. La invitación está abierta para aquellos que quieran acercarse a escuchar de la historia de este histórico lugar.
“El cajón de los recuerdos”
Aquellos vecinos de Magará, que a pesar de los años aún viven en las casas aledañas, no pueden ocultar la tristeza que les produce saber que aquella tienda atendida en su comienzos por ‘doña Maruja’, en dónde algún día se sentaron quizá a comerse su primer perro caliente, dejará de existir.
“Magará fue el punto de encuentro de más de ocho generaciones de bumangueses, quienes crecimos y vivimos como amigos. Grandes personajes pasaron por allí, desde gobernadores hasta futbolistas profesionales y actores de televisión.
“Allí muchos de nosotros nos comimos por primera vez un perro caliente o una hamburguesa. Esta fuente tiene mucho de nosotros”, expresó con nostalgia Gilberto Camargo Amorocho, quien se crió en las casas vecinas.
Y es que muchos de los personajes ilustres de Bucaramanga crecieron de la mano de Magará. Por eso hablar de esa humilde fuente de soda es evocar experiencias que nunca olvidarán.
Es el caso de Carlos Ordóñez, quien hoy a sus 55 años recuerda varias de las anécdotas que vivió junto a sus amigos de crianza en aquella cafetería, que para él hace parte importante de su vida.
“Recuerdo que un diciembre alargamos la mecha de una ‘pañoleta’ y le prendimos fuego en el baño de Magará. Como la mecha era larga nos dio tiempo de salir corriendo del baño, y segundos después la pañoleta estalló muy fuerte por la acústica del baño, lo que asustó a doña Maruja, quien siempre estaba sentada custodiando la caja”, comentó entre risas Carlos.
Nicolás Camargo Amorocho recuerda la fama con que contaba este lugar entre los jóvenes de la época, hecho que sirvió de escenario para el coqueteo de los cuales nacieron muchos romances.
“Era un lugar muy popular. Todo el mundo sabía dónde quedaba y ese era el punto de encuentro para todo.
“Allí muchos jóvenes conocieron a las mujeres que en la actualidad son sus esposas”, manifestó.
Para los hermanos Camacho Amorocho, una de las cosas que más les llamaba la atención de ese particular sitio eran las personas que lo atendían.
“Todas las personas que trabajaban en Magará eran originarias de Silos (Norte de Santander), el pueblo Natal de la famila Ramírez Castillo.
“Los muchachos y muchachas venían con la ilusión de estudiar o de conocer una ciudad grande. Eran muy buenas personas”, agregó Nicolás.
Muchos de ellos reconocen que tal vez Magará se quedó sumergida en el pasado y que no se ajusta a las necesiades actuales del comercio.
No obstante, reconocen que les hubiera gustado que sus dueños hubieran trabajado por adecuar el lugar conforme al paso del tiempo y así conservar este importante patrimonio cultural.
“Tal vez hizo falta que se modernizara, pero sin perder su escencia. Me hubiera gustado ver a Magará en mejores condiciones, y que conservara el valor que para nosotros representa”, expresó Carlos Ordóñez.
Personas como Gilberto, Carlos y Nicolás, aseguran que esa calle perderá un elemento que la caracterizó por medio siglo, pero dicen que lo recordarán como el escenario en el que se reunieron más de una vez con sus amigos, sus novias y familias para compartir una amena conversación.