Un héroe anónimo
Nancy Rodríguez Guevara
Editora Gente de Cabecera
¿Saben quién es Richard Harris? ¿Han escuchado el nombre de Saman Kunan?
El primero es un australiano experto en espeleología submarina con 30 años de experiencia, quien fue el responsable de la coordinación y rescate de los 12 niños y un instructor del equipo de fútbol ‘Jabalíes salvajes’, que se encontraban en una cueva en Tailandia.
Saman, el segundo, fue el buzo que murió tras llevarles provisiones hasta la cueva en la que se encontraban, y dejarles su oxígeno después de conocer que morirían pues tenían poco para sobrevivir. Él pensó que alcanzaría a regresar a salvo hasta el lugar en donde se encontraban sus compañeros. No fue así.
Ellos son dos de los cientos de héroes anónimos que participaron en el rescate de ‘Los jabalíes salvajes’, que ya regresaron a sus casas.
Por los héroes nadie preguntó. También regresaron a sus hogares. Samán recibió una ceremonia y una corta despedida.
Como ellos, hay miles de héroes anónimos que día a día donan sus conocimientos, su tiempo, gestionan para que otros tengan lo que les falta, ayudan en la consecución de alimentos, ropa, implementos de aseo. Acompañan a aquellos que no tienen quién les dé una palabra de aliento, les sonría en esos momentos oscuros de enfermedad y soledad, bailan al son de un tarareo con tal de sacar una sonrisa, leen y dramatizan una historia mientras un paciente se recupera de un mal día.
Esos son los héroes anónimos. Los que no esperan nada a cambio de sus acciones, los que no andan promulgando ante el mundo lo que hicieron y dejaron de hacer, los que comparten sin esperar nada a cambio. De esos personajes deberían existir más que miles. De esos personajes deberíamos seguir el ejemplo, y porqué no, aprender a ser también un héroe anónimo.