Una mascota es un miembro más del hogar
Nancy Rodríguez Guevara/ Editora Gente de Cabecera
Conocí una pareja de amigos que decidió no tener hijos, pero en cambio adquirieron una mascota de pedigrí a la que le ofrecieron todas las comodidades del caso. El chip por si se perdía, las vacunas para evitar que se enfermara y el mejor alimento del mercado.
Lo único era que ‘Paul’ no tenía compañia en todo el día y se convirtió en una mascota solitaria y un poco huraña. Eso sí, era feliz cuando llegaban porque sabía que lo sacarían a dar su único paseo y le ofrecerían su ración de mimos, siempre y cuando no estuvieran cansados de sus largas y extenuantes jornadas de trabajo.
Paul empezó a orinarse en todas partes, en las patas de los muebles, en los cojines, en las camas y donde alcanzara a llegar con su corta estatura. Las reprimendas no se hicieron esperar: además de zarandeado, castigado. Menos salidas por ‘puerco’.
Paul solo quería llamar la atención de sus dueños, quería que le dedicaran tiempo, lo consintieran y le brindaran verdadero amor.
Tener una mascota en el hogar es un compromiso, es un miembro más de la familia al que hay que dedicarle tiempo para educarlo, consentirlo y cuidarlo, en toda la extensión de la palabra.
Una mascota entrega todo su amor incondicional a quien es su amo, su guía y su compañía.
Son capaces de dar su vida, si es necesario, por defender a quien consideran el líder de la manada, usted, su dueño.
Ellas, las mascotas, no piensan en hacerle mal a nadie, solo quieren halagarlo con sus comportamientos. Por eso, recuerde que el humano e inteligente en esta relación amo-mascota es usted, y actúe como tal. No la maltrate, no la golpee y mucho menos la abandone.
Recuerde que su mascota no pidió que la llevara a su hogar, usted lo decidió. Por tal razón debe asumir las responsabilidades que esto conlleva. Logre que sea feliz.