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Punto de Vista

La culpa es del señor afán

Paola Bernal

Paola Bernal León. Editora Gente de Cabecera

 

Es evidente que el tráfico nos llena de impaciencia pues no queremos pasar gran parte del día encerrados en el vehículo trasladándonos de un lugar a otro de la ciudad. Pero uno de los grandes detonantes de nuestro estrés es la falta de planificación que nos hace salir con el tiempo justo o incluso corto. Lo anterior nos lleva a acelerar el motor del vehículo y sentir la frustración cuando ese gran impulso se acaba en una gran fila de autos que nos detiene por varios minutos. En ese momento no solo los vehículos se han golpeado unos con otros por afán, sino que aparece un adicto a la ‘bocina’ que le inyecta más caos a la situación.

El afán es el causante de que haya cambiado la luz de verde a rojo y más de un conductor se lance a las interesecciones acabando con el flujo vehicular. O que el peatón no espere a que cambie el semáforo que le permite cruzar con toda tranquilidad por la cebra y se lance con los carros en marcha.

En ese mismo escenario están también los motociclistas manejando en zig-zag, muchos, aprovechando cualquier espacio, por ínfimo que sea, para llegar hasta la cebra; situación que pone a más de una persona aireosa por miedo a que le rayen su auto.

Así las cosas, el cortisol se dispara en nuestro sistema nervioso y todo se convierte en una pesadilla vial. Y si sumamos el caos propio de las fiestas de fin de año, la situación es más irritable.

A veces parece irrisorio por lo fácil de la medida, pero el simple hecho de programar más nuestras jornadas diarias puede disminuir los casos de violencia al volante, que son continuos.

Solo basta detenerse a observar la cultura vial para entender que el afán es el protagonista del caos.