Dejar hacer y hacer bien
Paola Bernal León / Editora Gente de Cabecera
No se trata de caer en la apatía o en la indiferencia. Tampoco se trata de un indolente“no me importa”. No se trata de dejar de hacer control o veeduría, tampoco se trata de la famosa teoría de la fisiocracia francesa del siglo XVIII que se basaba en una completa libertad, en el “dejar hacer y dejar pasar”.
La fórmula podría ser maravillosa si por un lado están los que “dejan hacer” y por otro “los que hacen bien”. Así las cosas, no habría necesidad de frenar iniciativas que propendieran por el bien común solo por el “pero” de unos cuantos. Esta es una reflexión general que muy bien se podría aplicar a cualquier escenario: llámese hogar, edificio, barrio, junta de acción comunal, ciudad.
Pero tenemos grandes problemas a la hora de ponernos de acuerdo. Y varios de los personajes que “no se ponen de acuerdo” pretenden ser obstáculos en la puesta en marcha de grandes ideas. Pareciera que su rol en algunas dinámicas grupales fuera la de ser “piedra en el zapato”.
Son muchos los que no han aprendido a escuchar y van desechando iniciativas, acabando con el impulso de otros; están quienes no asumen esa actitud proactiva; hay quienes solo se enfocan en el lado negativo y están los que “se duermen sobre los laureles”.
Cuidado con esa intransigencia en todo lo que proponga su líder comunal, su administrador. Deje hacer. Y de tener una queja, expóngala de forma respetuosa; de tener un “no” argumente; de tener una duda, busque resolverla.
Y si va a hacer, hágalo bien, inyéctele amor a sus propósitos, propenda porque todo se haga de la mejor manera, prepárese, infórmese, no ensaye para después tener que empezar de cero. Solo así el resultado será el esperado.