‘De mi padre, he aprendido a dar siempre lo mejor’
Diana Lucía Díaz Patiño/GENTE DE CABECERA
La admiración se revela en cada palabra que Juan José Rey pronuncia sobre su padre, Rodolfo Rey Nuncira.
Además de la Medicina, profesión que comparten, padre e hijo tienen en común una extensa y fructífera trayectoria por el sector público, el trabajo pionero en sistemas de salud en Santander, una dedicada formación académica, la vocación de servicio a la comunidad e incluso, la docencia.
Por eso hoy, a sus 50 años, Juan José ve a su padre como su más grande ejemplo y guía, y sobre todo como la persona que le enseñó a vivir dando y haciendo siempre lo mejor.
En esta edición especial del Día del Padre, compartió su historia.
La historia comienza
Graduado con honores del colegio Santander, Rodolfo empezó a estudiar Medicina en la Universidad Nacional, a inicios de la década de los 60.
Al mismo tiempo inició otro de sus grandes proyectos: casarse y formar una familia. Mientras cursaba apenas cuarto semestre nació su primer hijo, quien también es médico.
Y cuando Rodolfo ya hacía el año rural nació su cuarto hijo, Juan José. Tuvo en total 5 hijos.
Casi inmediatamente después de graduarse, Rodolfo se vinculó al sector público. Fue director del hospital Ramón González Valencia, inaugurado en 1973; estuvo en el Servicio Seccional de Salud y fue cofundador de la escuela de auxiliares de enfermería de la Universidad Industrial de Santander.
Posteriormente, también sería director del departamento de Psiquiatría de la Facultad de Salud de la UIS y además fundaría, junto a algunos colegas, el Instituto del Sistema Nervioso del Oriente, Isnor.
Pero su más grande proyecto profesional, y al que dedicó casi una década, fue la dirección del hospital Psiquiátrico San Camilo.
Actualmente, a sus 76 años, Rodolfo sigue trabajando activamente, repartiendo su tiempo entre la docencia universitaria, el Isnor y los pacientes del San Camilo.
Ejemplo de papá
“Realmente nunca pensé en otra cosa distinta a ser médico”, afirma Juan José.
Inició su carrera en el 86, a la edad de 19 años. Egresó con el título Cum Laude de la UIS, en el 93, y estuvo por 3 años en Zapatoca.
Pero la ‘vena pública’ que heredó de su padre pronto hizo su llamado. Aún estando en Zapatoca, fue asesor de la Alcaldía realizando el plan de Desarrollo en el capítulo salud y en toda la implementación de la recién surgida Ley 100.
Luego, dio el salto de regreso a Bucaramanga y fue coordinador de distintas ARS y EPS.
Entre sus cargos más destacados está el de Jefe de planeación y Gerente del Instituto de Salud de Bucaramanga, subdirector de la dirección de investigaciones de la Foscal, asesor en salud pública y epidemiología de la Alcaldía de Bucaramanga, Secretario de Salud de Santander y como Concejal del municipio de Floridablanca, Santander.
Con el amor por la academia que lo caracteriza, inculcado de su padre, continuó su formación y realizó especializaciones en alta gerencia y en administración de la salud, así como un magíster en Epidemiología.
Curiosamente, y de manera muy satisfactoria, se ha sentido siempre como recorriendo los pasos de su papá. Ya sea estudiando en Medellín, moviéndose en ámbitos académicos que también su padre recorrió; o mientras visitó municipios y veredas de Santander, instalando red de servicios hospitalarios, como lo hiciera Rodolfo décadas atrás.
Desde noviembre de 2014, Juan José dirige la Decanatura de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Unab.
Y entre sus metas actuales está destacarse también en el ámbito de la docencia, al mejor estilo de su papá.
“Mi papá tiene una gran pasión por enseñar y ha sido un gran profesor. Logré seguirle los pasos en el ejecutivo, en lo político, en el servicio social y público… y ahorita estoy tras una meta, seguir las huellas de mi padre en el campo docente, ser mejor profesor. Estoy en el sitio que debo estar y tengo esa oportunidad”.
Se extiende el legado
Formar una familia también fue uno de los consejos de su padre y uno de los fuertes deseos en el corazón de Juan José.
Hace 14 años lo hizo realidad cuando se casó con Liliana Rojas; y junto a sus cuatro hijos, Juliana de 12 años, Alejandra de 10, Juan José de 7 y el pequeño Álvarito, que cumplirá 2 años, llevan adelante su hogar.
“Los hijos son indudablemente la muestra viva del amor de Dios. Tener un hijo es de un valor incalculable y son el eje de la familia”, dice Juan José.
En el ámbito familiar, recuerda que lo que más aprendió de su padre fue la responsabilidad, el cariño, la atención permanente a la familia y el compartir el mayor tiempo posible con ella. Algo que su cargo actual, afortunadamente, le permite.
“Vivo muy feliz de tener la posibilidad de hacer tareas en las noches, de acompañarlos a la escuela de fútbol los fines de semana… con esa tranquilidad de atender a la familia, sobre todo en épocas en que los niños están pequeños”.
La vena musical
Aunque es muy pronto para saber si sus hijos se dedicarán también a la Medicina, lo que sí es cierto es que ya superaron y con creces un sueño tanto de Juan José como de Rodolfo: ser músicos.
El gusto por la música folclórica colombiana, en especial la vallenata, pasó literalmente de generación en generación en la familia Rey, mientras hacían los tradicionales paseos familiares por tierra a la costa caribe.
Y hoy Juan José, a sus cortos 7 años, ha avanzado enormemente en esta afición: no solo canta sino que interpreta el acordeón con gran talento y pasión.
Ha participado en anteriores versiones del Festivalito Ruitoqueño, y lo hará también este año.
Además, junto a sus hermanas Juliana y Alejandra, formaron la agrupación HRR, en la que ellas lo acompañan en el canto y los coros.
“Pienso que hay muchas experiencias, pero entre las más lindas de ser padre, hay una que es impresionante y es que uno siempre espera que sus hijos lo superen. Mi hijo a los 7 años ya me lo demostró”, cuenta orgulloso Juan José.
De sus épocas juveniles, Juan José también resalta el compromiso social de Rodolfo, su papá. “Mi padre llevó de corazón una actividad muy solidaria en los clubes de Leones; perteneció y fue cofundador del Club de Leones Los Comuneros (…) Fue un león de tiempo completo e hizo amistades entrañables en esa labor social”.
Liderazgo, amor por la lectura y el conocimiento, responsabilidad y cuidado por su familia son otras de las principales virtudes de su padre que hoy Juan José destaca e imita. “Él, sin imponer las cosas, pero con argumentos, le hacía a uno ver las cosas (…) En mi juventud estuvo como un guardián, cuidando que uno no se ‘desbordara’. Y creo que fue importantísimo para mí porque logró encauzarme siempre y hoy por hoy puedo estar tranquilo de haber logrado todas mis metas profesionales”, agrega Juan José.