¿Cómo afianzar las competencias emocionales en la primera infancia?
Se acerca el Mes del Niño, cuyo origen radica en el compromiso asumido en todo el mundo para brindar un cuidado oportuno y completo a los niños, como cimientos de las generaciones futuras que son.
Es especialmente la primera infancia, la que determina aspectos trascendentales del futuro adulto. Por eso, el desarrollo de las competencias emocionales en esta edad tiene una importancia innegable.
¿Y cómo pueden los padres contribuir al desarrollo y fortalecimiento de estas competencias desde la primera infancia, orientadas al desarrollo de una favorable salud mental a lo largo de la vida?
Al respecto, la psicóloga Ángela Carreño, especialista en Psicología Clínica Cognitivo-Conductual, resalta la importancia de que los padres recuerden que son modelos, pero “no modelos perfectos, sino modelos humanos que nos podemos equivocar, ofrecer disculpas, que nos asustamos”.
Por eso, es fundamental conversar con sus hijos sobre cómo juntos pueden superar las dificultades y que no hay necesidad de hacerlo solos.
La invitación de los expertos es a que compartan emociones en familia, pues eso los hará más fuertes, que se basen en sistemas educativos que promuevan la escucha. “Escuchar el pensamiento: las ideas y las teorías, las preguntas y las respuestas de los niños y de los adultos; significa tratar el pensamiento con respeto y seriedad; significa esforzarse en darle significado a lo que se dice, sin partir de ideas preconcebidas sobre lo correcto o lo apropiado”, como se hace en el proceso educativo Reggio Emilia, según explica Carlina Rinaldi, pedagoga.
En homenaje a la niñez, Gente comparte de la mano de la psicóloga Ángela Carreño, algunas recomendaciones importantes para orientar a los padres en esta trascendental labor durante la primera infancia.
La importancia de las competencias emocionales
Ángela María Carreño, especialista en Psicología Clínica Cognitivo-Conductual.
Directora El oso verde
“El desarrollo y fortalecimiento de las competencias emocionales favorece en los niños la posibilidad de establecer una relación más consciente consigo mismo como factor protector de la salud mental en etapas posteriores del desarrollo (adolescencia y adultez).
Así mismo, aumenta la probabilidad de alcanzar relaciones interpersonales más empáticas, seguras, tranquilas, sinceras y respetuosas, gracias a la posibilidad de ser conscientes sobre cómo me siento, cómo se pueden sentir los demás, cómo puedo gestionar adecuadamente mis emociones y hacer uso de prácticas más reguladas sobre mis comportamientos, siempre bajo una percepción positiva de sí mismo y una autoconfianza fortalecida y realista”.