Tenga cuidado con lo que come y en dónde
Una de cada diez personas en el mundo se ve afectada por enfermedades de transmisión alimentaria (ETA) cada año, según la Organización Mundial de la Salud.
En Santander, el reporte más reciente del Observatorio de Salud Pública indica que en 2013 hubo 225 casos.
¿Pero qué es lo que origina estas enfermedades y cómo se puede reducir el riesgo de contraerlas?
Las ETA son “un conjunto de enfermedades que afectan especialmente el tubo digestivo. Pueden llegar a producir cuadros de enfermedad diarreica aguda en su mayoría, pero también puede generar manifestaciones en otros órganos, por ejemplo en la piel”, explica el doctor Juan José Rey Serrano, Magíster en Epidemiología y Decano de la Facultad de Salud en la Unab.
Las ETA son causadas por consumir alimentos contaminados o mal procesados, explica Edwin Medina, Jefe Médico del Laboratorio Clínico y Patología del Hospital Internacional de Colombia.
“Los alimentos mal procesados pueden ser fuente de múltiples enfermedades infecciosas causadas por bacterias, virus y parásitos (…) que causan cuadros de diarreas severas (…), pueden desencadenar casos graves de deshidratación y, en raros casos, la muerte en pacientes de alto riesgo (embarazadas, niños pequeños, ancianos, personas con defensas disminuidas)”.
El doctor Medina agrega que desde infecciones virales hasta hepatitis A, pueden transmitirse por esta vía.
Cuidado con lo que come en la calle
Además de estar incentivando la presencia de vendedores ambulantes y por ende, la invasión del espacio público, usted estaría exponiéndose a una intoxicación.
Aunque no se considera que el riesgo de contaminación por alimentos mal manipulados sea exclusivo de las ventas callejeras, Edwin Medina afirma que “sí puede existir un riesgo mayor al consumir alimentos en la calle, pues muchos de estos expendios no garantizan las cadenas de frío cuando son requeridas, ni tienen adecuados medios para garantizar el lavado de manos de quien manipula los alimentos, o los elementos con los que se preparan las comidas no pueden ser limpiados de la forma apropiada”.
Además, “muchas veces, las comidas permanecen exhibidas por mucho tiempo permitiendo el sobrecrecimiento de bacterias y hongos”.
Una opinión similar expresa el doctor Rey Serrano: “No hay estudios recientes que nos puedan confirmar y reconfirmar esa hipótesis, pero cada vez que encontramos un problema de ETA en algún sitio supervisado es mucho más fácil hacer el control por parte de las distintas autoridades de salud tanto locales como departamentales (…) Las consecuencias de la comida callejera no son visibles precisamente porque como no se vigilan tan de cerca, sus consecuencias no son detectadas”.
Además, es importante tener en cuenta que muchas veces el alimento contaminado con bacterias, virus o parásitos no presenta un aspecto, sabor o color diferente o fácilmente detectable a través de los sentidos.
Por esto, se debe comprar y comer siempre en sitios confiables y que, al menos a simple vista, garanticen las medidas de higiene mínimas.
“La persona debe mirar muy bien la higiene específicamente de la gente que atiende y que prepara los alimentos. Si usted ve que la persona no tiene ni siquiera gorro, que mantiene las uñas largas (sitio que alberga muchas bacterias y hongos)… con eso también puede uno saber que no es confiable”, alerta Rey Serrano.
Otros riesgos para la salud
Los expertos consultados coinciden en que las comidas de venta callejera tienen otro problema.
“En su gran mayoría son alimentos que no son saludables, entonces la persona que se acostumbra a comer todas las noches perros, hamburguesas, morcillas y fritos, tiene tendencia al sobrepeso”, afirma Juan José Rey.
Edwin Medina, por su parte, resalta “el incremento del riesgo cardiovascular por el uso de grasas saturadas presentes en aceites reutilizados, comúnmente empleados para freír, o el alto contenido calórico de muchos de estos alimentos ricos en carbohidratos y grasas que predisponen al desarrollo de síndrome metabólico y obesidad, aumentando el riesgo de diabetes, entre otras enfermedades”.
En casa también hay que cuidarse
Asegúrese de que los alimentos adquiridos cumplan con normas sanitarias. Por ejemplo, que los expendios de carne cuenten con adecuados estándares de refrigeración, comprar pescados que garanticen la cadena de frío y enlatados de buena procedencia, entre otras medidas que reduzcan el riesgo de contaminaciones.
También es importante evitar recalentar alimentos repetidas veces, pues el riesgo de contaminación bacteriana y generación de toxinas se incrementa.
Pueden aparecer entre 3 a 12 horas posteriores al consumo del alimento. Los síntomas más comunes incluyen vómito, diarrea, dolor de cabeza, cólicos, debilidad y malestar general.
El riesgo principal es la deshidratación, que se puede solucionar empleando sales de rehidratación oral, caldos o jugos naturales. El uso de analgésicos y antiespasmódicos sin receta no está contraindicado.
Si la diarrea es severa y no tolera la vía oral, hay deshidratación, dolor severo que no responde a analgésicos, fiebre que no cede con antipiréticos, somnolencia, respiración rápida, taquicardia, debilidad muscular o convulsiones, es indispensable la valoración médica en el servicio de urgencias.
Igualmente, si los síntomas se presentan en un niño, un adulto mayor, una mujer embarazada o una persona con disminución de sus defensas, debe ser valorado por un médico en urgencias o consulta prioritaria. No se deben consumir antibióticos si no son recetados por un médico.
Teniendo en cuenta que en las ventas ambulantes los alimentos se exponen al esmog, algunos son manipulados sin las debidas precauciones de higiene, otros están a la intemperie expuestos a moscas, y en el caso de los fritos han sido preparados en aceites recalentados, le preguntamos a la nutricionista dietista de la UIS, Adriana María Serrano, sobre esta problemática.
“Más de 200 enfermedades conocidas se transmiten a través de los alimentos. La mayoría de los microorganismos “crecen” por multiplicación, y sólo necesitan comida, agua, tiempo y calor. Es importante tener en cuenta que el enfriamiento o la congelación de los alimentos no mata los microorganismos, pero sí limita su crecimiento”, explicó.
Los pasos a seguir para garantizar inocuidad en los alimentos son:
1. Mantener en refrigeración/congelación alimentos con alto contenido en proteínas (carnes, pescado, lácteos, huevos).
2. Utilizar agua potable para las bebidas y para lavar las frutas y verduras.
3. Lavar muy bien las manos antes de comer, antes de manipular cualquier alimento, antes y después de ir al baño.
4. No dejar alimentos cocinados a temperatura ambiente por más de 2 horas.
5. Evitar la exposición de alimentos en áreas abiertas con presencia de moscos, roedores, aves y otros animales.
6. Consumir alimentos bien cocidos y de reciente preparación.
7. No reutilizar el aceite para freír, ya que repetidos calentamientos y enfriamientos incrementa los compuestos tóxicos.