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Editoriales, Punto de Vista

No estamos exagerando

GENTE DE CABECERA

GENTE DE CABECERA

Paola Bernal León / Editora Gente de Cabecera

 

Hoy quiero relatarles un caso personal, que me hizo sentir vulnerada como mujer. El hecho ocurrió el pasado viernes, justo por el sector de la calle 36 con carrera 27. Por imprudencia de un carro mal estacionado frente a Cootracolta, tuve que pasarme hacia el carril izquierdo, cuando un motociclista a toda velocidad activó su bocina acompañado de sandeces. Le respondí que la culpa era del carro mal estacionado, así que me siguió hasta el siguiente semáforo y continuó gritándome. No bastándole se parqueó delante de mi vehículo, para impedir que adelantara. Acompañó su acto agresivo con un gesto retador, se quitó el casco y lanzó una mirada de odio. Tal hecho me llevó a tomar mi móvil, sabiendo que estaba arriesgándome a una infracción con tal de que este señor no llegara a otros extremos, intenté llamar a la Policía y tomé la foto de su placa. Al notar que me comunicaba con las agentes, reactivó su marcha. Justo en ese momento pasó una patrulla de la Policía, con un agente que me hizo reclamo por estar hablando por celular. Le respondí que me estaba comunicando con ellos, ante el hecho antes narrado, pero su respuesta fue “el joven no se bajó de la motocicleta”. Le respondí aterrada que era importante que ellos como autoridad respaldaran a las mujeres. Hizo caso omiso, así que retomé la marcha en mi vehículo, indignada.

Ahora, me pregunto: ¿debemos llegar a la acción violenta para ser respaldadas? ¿Ese conductor realmente le haría esto a otro hombre que estuviera al volante o el acto hubiese quedado en un cruce de palabras? ¿Por ser mujer conduzco mal? Reflexionemos todos sobre un tema que aún tiene mucha tela por cortar. No más violencia contra la mujer.