‘La educación de los niños es como la carrilera de un tren’
Diana Lucía Díaz Patiño / Gente de Cabecera
De mirada y trato afable, usando siempre palabras pausadas y sencillas para que literalmente cualquier niño pueda entender; así es Jorge Enrique García Harker, director científico de Harker Centro Pediátrico, quien le contó a Gente sobre sus dos labores más importantes en la vida: como papá y como pediatra.
Luego de graduarse como médico cirujano en la Universidad del Norte y antes de especializarse en Pediatría en la Universidad Nacional Autónoma de México, Jorge Enrique se casó con Elsa Rey, docente de preescolar.
Mientras los esposos estaban en la capital mexicana en 1998, nació su primera hija, Tatiana. Cuatro años después, ya en Colombia, llegó al mundo Natalia, su hija menor.
Tatiana siguió sus pasos en la medicina y hoy cursa un posgrado en Otorrinolaringología; Natalia, por su parte, es ingeniera industrial y asumió desde enero de este año la dirección general del Centro pediátrico, luego de más de 20 años de que su padre estuviera en este cargo.
Como papá, el interés de Jorge Enrique fue siempre que sus hijas tuvieran la oportunidad de conocer otras culturas y avances en el mundo.
“Fui muy liberal con ellas, cuando cumplieron 14 años las mandé a estudiar a los Estados Unidos por un año, y a los 17, a París… Siempre con la idea que les he mostrado de que nuestro país es muy importante, hay que trabajar por él y hacerlo crecer”.
‘Paciencia y tolerancia’
“Con un niño hay que ser paciente y tolerante, y entender que ellos viven en un mundo diferente al nuestro… Uno no puede pretender que los niños sean pequeños adultos”, afirma el profesional, quien tiene más de 25 años de experiencia con sus pequeños pacientes.
Los mismos que supo que quería atender desde que inició sus prácticas clínicas estando en la Facultad de Medicina.
Aunque al principio se inclinó por la cirugía pediátrica, escogió especializarse en cuidado intensivo del recién nacido prematuro, ya que por ese entonces en Bucaramanga era poco el desarrollo en esa área.
Hoy, en su centro pediátrico acompañado de otros 27 profesionales, atiende niños desde que nacen hasta los 18 años.
“Algunas escuelas de pediatría no atienden adolescentes, pero en las escuelas donde me formé entendí que el pediatra es un factor muy importante para ayudar a conducir esa difícil etapa de la vida, porque es un paciente que es grande pero psicológicamente no”.
Enseñanzas por parte y parte
Jorge Enrique considera que el hecho de ser padre le ha ayudado mucho en su quehacer como pediatra, “porque uno aprende a sentarse en la posición de los papás, qué siente cuando tienen un hijo enfermo, qué espera un papá cuando tiene hijos; entiende que ellos se vuelven lo más importante en sus vidas…”.
Al preguntarle qué le ha servido de ser pediatra en su rol como papá, se detiene y lo piensa un poco más.
“La función de los padres de familia es educar a los hijos para llevarlos a la sociedad íntegros mental, intelectual, física, emocional y espiritualmente. Tal vez, haber estudiado Pediatría, y psicología infantil como parte del pénsum, me facilitó las cosas para educarlas y tener las mejores relaciones con ellas”.
Reconoce, sin embargo, que su profesión le tomó “muchísimo tiempo” durante la crianza de sus hijas.
“Yo soy demasiado dedicado a mi profesión, entonces eso limitó un poquito la cantidad de tiempo con ellas, pero lo he cambiado por calidad de tiempo”.
Al verlas actualmente como profesionales exitosas en el campo que cada una escogió, se siente muy orgulloso y feliz. “Siempre las he impulsado a que hagan en la vida lo que les gusta, y que lo hagan con pasión”.
Sanos límites
Trabajar diariamente con niños puede llevar, en ocasiones, a adoptar una posición paternalista hacia ellos.
Sin embargo, el doctor García Harker afirma que sería un error ponerse, como médico, en esa actitud; eso sí, es política en su centro pediátrico tratar a todos los pacientes con igualdad y calidad, tal como se haría con los hijos propios.
Allí, algunas madres lo definen como “amable y asequible, dispuesto a responder todas las inquietudes que surgen en la etapa de crianza”.
“En especial trato de ser un guía, un consultor…”, dice Jorge.
“Yo les digo a los papás que la educación de un niño es como la carrilera de un tren; un riel es el amor y otro riel es la disciplina, y muchas veces, por ser amoroso, puede pegar ese riel hacia el otro lado y el tren se descarrila… entonces es importante que nunca quiten el amor, pero mantengan la disciplina a la misma distancia”.
Les aconseja también lo que él considera tres pilares fundamentales en la educación: seguridad, amor acompañado de disciplina y tiempo.
“Varios problemas en los primeros meses de vida se deben a accidentes, entonces es importante dedicar tiempo a prevenir”.
En la parte psicológica y afectiva recomienda que los padres aprendan a ser lo más amorosos y respetuosos posible con sus hijos. “El castigo no siempre es físico, a veces es verbal y es igual de severo; no beneficia a los padres ni a los hijos, ni a su relación…”.
Finaliza recalcando algo que considera demasiado importante pero “que se ha perdido mucho, es el tiempo… Los padres tienen que aprender a repartir el tiempo, tanto para lo personal, para la vida en pareja y para sus hijos.
El tiempo no es simplemente estar en la casa sino compartir con ellos; hacer la cartelera, el dibujo, armar un rompecabezas… Es fundamental que ese poco tiempo que tengamos, lo distribuyamos bien”.
“Mi papá es un hombre digno de admirar. Es amante y devoto a su profesión, un trabajador incansable, un excelente consejero, buen amigo, buen padre y buen esposo. Mantiene la calma para tomar decisiones, nunca se altera por más graves que sean las situaciones. Siempre nos ha enseñado que la vida es como una mesa de 4 patas, compuesta por el amor, la confianza, el respeto y la estabilidad económica. Estas son las bases para que existan relaciones perdurables en el tiempo; si alguna de ellas falla, entonces la mesa estaría coja y no funcionaría bien. Como su hija, puedo decir que la crianza de mi papá siempre se ha basado en estos cuatro elementos, logrando así construir, junto a mi mamá, la familia tan unida que somos hoy en día”.
“Me siento muy afortunada de haberlo elegido como compañero de vida, padre de mis hijas y de formar juntos nuestro lindo hogar. Agradezco su gran capacidad para darnos siempre lo mejor, por luchar y tomar las decisiones siempre unidos, por su inteligencia y responsabilidad en su trabajo y en su vida, por siempre escucharnos y recibir de él el mejor consejo, por su gran sentido del humor, compresión, serenidad y gran amor…”