La paz comienza con una sonrisa
Paola Bernal León. Editora Gente de Cabecera ([email protected])
Me gusta mirar los rostros de las personas cuando caminan por la calle. Algunas, con una gran sonrisa que contagia. No se puede obviar el saludo de los caminantes con los que nos cruzamos por algún sendero, cuando decidimos disfrutar del verde de nuestro entorno. Son muy amables y esto concuerda con los estudios que afirman que 90 minutos de senderismo regalan paz. Científicos de la National Academy of Sciences hicieron pruebas cerebrales y descubrieron que hay una disminución del flujo de sangre a la corteza prefrontal subgenual. Esa zona suele asociarse con el mal humor, también con los sentimientos de tristeza y preocupación.
Me agrada ver también cómo los dueños de mascotas interactúan entre ellos. Los canes se convierten en un magnífico recurso social, que acaba por un momento con tanto distanciamiento. Lo mismo sucede cuando a la hora de tomar un servicio, llamamos a la persona por su nombre. Rompemos brechas, somos más amables, más cercanos, más humanos.
Ojalá seamos parte de esos rostros amables y no de aquellos agrios o deprimidos que a veces vemos por las calles. Por supuesto tendremos días no tan buenos, pero solo basta respirar. Bien dicen que una emoción tiene cerca de 90 segundos para permanecer en nuestro interior, entonces, como expresan algunos entrenadores en psicología, por qué permitir que se quede todo un día.
Y termino con los beneficios de la sonrisa: tiene un poder sobrenatural, aumenta las hormonas que dan placer y es contagiosa, por lo que generará a los demás la misma sensación.
Recuerde que usted es el rostro de su ciudad, hágala más amable y menos tosca.