Nuestra casa
Paola Bernal, editora Gente de Cabecera ([email protected])
“Todos somos solo visitantes, pero no uses este hermoso planeta como una casa de huéspedes de una estación de trenes. No es una sala de espera. Es nuestro hogar por el tiempo que existimos y seguirá siendo el hogar de alguien más. No seas tan miserable al decir: Yo me iré después de diez minutos, mi tren se irá así que ¿qué importa si dejo el cuarto de huéspedes sucio?”
Esta reflexión es del místico indio, filósofo y maestro espiritual del siglo XX Osho, que nos cae como anillo al dedo para hablar del medio ambiente. Solo basta recorrer unas cuantas calles de la ciudad para asombrarnos con las bolsas de basura desgarradas, las cestas atiborradas, las heces de las mascotas sin recoger. Y me sorprende aún más que haya personas viviendo en propiedad horizontal, que sean capaces de dejar sus bolsas de basura en el ascensor y no llevarlas al cuarto de aseo.
Ante tanta falta de civismo deberíamos ver los parques llenos de gente cumpliendo con sus horas de trabajo social, pues muy bien se dice en el papel que a quienes ensucien las calles se les interpondrán comparendos ambientales que empezarán por llamados de atención, charlas de sensibilización de cuatro horas y trabajo social reforestando parques. Si se pusieran en marcha seguramente recuperaríamos los escenarios verdes y las calles lucirían impecables. Pero para eso las autoridades ambientales deben acudir de inmediato cuando se reciba un denuncio e interponer la sanción. Se necesitan muchas manos para limpiar la ciudad, pero no solo de las empresas de aseo sino de las miles de personas que sienten ajena su casa, su ciudad.