Cuando se es anfitrión
Paola Bernal, editora Gente de Cabecera ([email protected])
En época de vacaciones muchos asumimos el rol de anfitriones y tuvimos que enseñarles a nuestros familiares la Ciudad Bonita y sus alrededores, lejos de los centros comerciales.
Girón con sus calles empedradas fue el municipio elegido. Importante explicarle al foráneo que según la Historia, fue reconocido primero como ciudad, por el Rey de España, mientras Bucaramanga era considerado solo un cacerío de indios.
Visitado el Panachi, la Mesa de los Santos y el Acuaparque, nos dirigimos a Floridablanca para degustar uno de sus dulces. Y aunque muchos eligieron los parqueaderos públicos, otros estacionaron en las calles generando un caos total.
Luego a El Santísimo, una parada obligada como anfitriones. Pero nos encontramos con la sorpresa de que solo existe un precio general para las personas que suben al monumento,en la que se incluye el teleférico, así se prefiera subir en carro.
La falta de parqueaderos a la entrada del parque generó caos vehicular, por lo que muchos prefirieron subir con su automotor. Y vaya sorpresa, la vía sigue sin ser pavimentada en su totalidad, así que la hermosa vista y el juego de luces que se ofrece, no fue suficiente para el visitante que se quejó por las molestias que generó la carretera.
Y para completar, en la Ciudad de los Parques el verde es escaso, y aunque muchas de las razones tienen que ver con El Niño, otras reposan en la falta de atención a nuestra vegetación.
Ojalá las personas que nos visitaran pudieran disfrutar de la grata experiencia de hacer un picnic en un parque, o de usar más ciclorrutas en vez de encontrarse con tanto asfalto, obras a medias, trancones y vías destapadas. Que los museos tuvieran una variada programación y que todos nos sintiéramos orgullosos de decir: Bienvenidos a la Ciudad Bonita, de los Parques, de las Cigarras, esa que aún se nos queda corta cuando de mostrarla al turista se trata.