“Las obras del Gobierno las pagamos con dinero y salud”
[email protected] / Periodista del Barrio
Desde hace más de un mes los vecinos de la calle 66 con carrera 48 de La Floresta venimos siendo diariamente azotados con el constante ruido de motores desde las 7:00 a.m. hasta las 6:00 p.m. de lunes a sábado. Incluso algunas veces comenzando desde antes de las 7:00 a.m. y sin parar siquiera a medio día o solo unos minutos.
El olor del dióxido de nitrógeno de algunos motores nos obliga a mantener todas las ventanas cerradas durante el día pero aún así es bastante fuerte.
Para rematar debemos soportar el desorden y suciedad por las máquinas, tanques, grasa y gasolina en el suelo y cemento hasta en las plantas…
Es estupendo que el Gobierno cumpla sus obligaciones y proteja a la comunidad de un deslizamiento (razón de ser de la obra), pero no el precio que hemos estado pagando la comunidad y específicamente los habitantes del Edificio Áticos de La Floresta.
Ha sido tremendamente costoso en términos de salud física y mental, y también económica ya que además de pagar los impuestos y las facturas de agua y electricidad, los obreros ensucian plantas y suelo (secundariamente las ventanas del edificio) y el portero ha sido quien ha tenido que sacar la manguera y usar el agua de nuestro edificio para lavar y evitar que se seque el cemento, dañando plantas y manchando el pavimento de toda la cuadra.
Retomando el tema de la afectación a la salud, quiero recordar algunos de los efectos que puede estarnos provocando la maravillosa obra por la falta de cuidado y sentido común de los trabajadores y sus jefes, pues bien podrían haber metido su maquinaria en una esquina de la cancha, lejos del edificio y de los árboles, evitándonos así un poco las molestias diarias y sus posibles daños irreversibles.
A continuación les detallo brevemente algunos de los efectos:
1. El ruido constante produce niveles de estrés que llevan a agresividad, nervios, irritabilidad, contracción muscular, destruye las células del oído disminuyendo la audición y causando dolor, propensión a padecer problemas cardíacos y cerebro vasculares, pérdida de concentración, insomnio, problemas digestivos y dolor de cabeza, entre otros.
2. El dióxido de nitrógeno es un gas tóxico y su inhalación a corto plazo puede causar daño en las células pulmonares generando problemas respiratorios como tos, flema, bronquitis, y a largo plazo hasta un enfisema.
3. Finalmente, el tener material inflamable cerca a viviendas, vehículos, plantas, árboles y aves, precisamente en tiempos de sequía y alteraciones ambientales no requiere de mayor explicación en sus consecuencias. Agradeceríamos a los responsables de la obra, replanteen su organización y ubicación de material y maquinaria, pues sabemos que no es pertinente pararla. Pero sí consideramos que se puede usar un poco el sentido común y el respeto por los demás, sobre todo en una empresa que aspira generar beneficios a la comunidad.