El fotógrafo de la nariz roja
Laborar siempre con una cámara en la mano ha sido provechoso para Frank Bayona.
Este sangileño ha sabido mezclar muy bien los dones que la vida le dio, como fotógrafo y como altruista.
La excelente calidad de sus trabajos le ha permitido traspasar fronteras, pues hoy en día es reconocido en la comunidad latina de Estados Unidos donde es solicitado para retratar eventos sociales.
Allí ha tenido la oportunidad de laborar no solo en la fotografía y video de bodas, modelos y campañas comerciales, entre otros campos, sino que ha incursionado en el campo del cine.
Su nombre aparece en la producción y elaboración de un cortometraje en el que aparece el actor colombiano Rubén Casalins.
“Desde niño me gustó el dibujo y la pintura y mi mamá siempre me tomaba fotos. Yo creo que desde esa época me empezó a gustar la fotografía. Luego empecé a hacer algunos trabajos, fotos de matrimonio de conocidos y familiares y así fui aprendiendo”, dijo.
La experiencia la fue mezclando con sus estudios de Publicidad y luego como autodidacta fue perfeccionándose.
“Buscaba por internet cursos y congresos de fotografía internacionales, como Master Hasselblad, porque siempre hay que saber y traer lo bueno que pasa en otras partes para aplicarlo aquí”, recalcó.
También estuvo en un taller en Cartagena con Ray Roman, el mejor cineasta de bodas de Estados Unidos.
Su trabajo se ha reflejado en publicaciones como TV y Novelas, Ecodiesel, La Quinta, Activa y la Cámara de Comercio. También con empresas locales como constructoras y cadenas de restaurantes.
Así empezó a moverse entre actores, modelos y grandes empresarios de la región y del país.
Sin embargo Frank quería más, no solo para su carrera como fotógrafo, sino para alimentar ese espíritu filantrópico que retumbaba en su mente desde niño y que heredó de su madre.
“Ella siempre ha sido una mujer colaboradora, solidaria, atenta. Le encanta hacer sentir bien a los demás, como en su casa, cómodos y felices”, destacó de doña Carmen Merchán.
Llegó el momento
En 2007, mientras se encargaba de la fotografía publicitaria del centro comercial Megamall, le llegó a Frank la oportunidad que esperaba de ayudar a los demás.
En la oficina de mercadeo le dijeron que había una señora que necesitaba unas fotos para una fundación, pero que no tenían recursos para pagar.
Se puso entonces en contacto con María Juliana Lozano Picón, la mujer que un año antes había creado la Fundación Hope, luego de que a su hija de un año le diagnosticaran leucemia.
“Le dije: no tengo dinero para ayudarle directamente, pero sí voy a hacer que a la fundación la conozcan y la ayuden en Santander”.
Y así fue. De inmediato empezó a cambiarle la cara a la imagen de la fundación. Junto a un grupo de diseñadores y creativos conocidos cambiaron el logotipo.
“Como la idea es alegrar la vida y los corazones de los niños enfermos de cáncer del Hospital Universitario de Santander, HUS, se creó un corazón que en el centro tiene una sonrisa. También les hicimos unas un estudio.
Ella le había mandado a tomar fotos a los niños pero muy bien vestidos, elegantes y así nadie le creyó que los pequeños tuvieran necesidades. Se debían hacer unas fotos que reflejaran la realidad del día a día de su enfermedad, de cómo les tocaba estudiar en sus camas”, explicó.
Ver la alegría de los niños cuando alguien con interés de ayudarlos los visitaba, le siguió tocando el corazón.
Continuó yendo al hospital y compartiendo en las redes sociales sus fotos con la nariz de payaso, jugando y departiendo con los niños.
“Al principio era duro, pensaba que iba a ser amarillista, pero luego pensé que es bueno mostrar las cosas buenas que se hacen y así lograr contagiar a los demás de esa buena energía”.
Después de ganar una Acción de Tutela para lograr que la hija de María Juliana, con 7 años, empezara a cursar primero primaria en un colegio de la ciudad, vinieron más alegrías para esto niños por parte de Frank.
Sus amigos se interesaron en conocer la fundación y empezaron las visitas de modelos como Giorgio Difeo y de actores como Fabián Mendoza, entre otros.
Hasta allí llegaron también reinas de belleza y hasta funcionarios a quienes les llegó el eco de que allí se estaba haciendo una gran labor.
Cuando algún niño cumple años Frank invita a un grupo de amigos músicos a llevarle serenata.
También trabajan por cumplirles sueños. Algunos querían montar en parapente y en helicóptero y por medio de amigos se establecieron contactos para hacer ese sueño realidad.
Otros pequeños han llorado de emoción al conocer el mar y muchos otros han disfrutado su primera ida al cine.
“Empezaron a salir grupos de voluntarios y tuvimos que capacitar a la gente, porque muchos quieren por instinto ayudar pero no saben cómo hacerlo, a dónde ir, de qué manera llegar. Yo sé que una persona no puede salvar el mundo, pero entre todos se puede ayudar a mucha gente. La satisfacción para mí es ver sonreir a los niños en todo mometo. Esto me llena porque mi felicidad es la felicidad de los otros”, expresó.
Para esta época Frank y la Fundación Hope preparan una fiesta de fin de año en la que además de entregarles regalos a los niños, se les brindará un día de alegría, baile, humor y espectáculos. Además hacen parte del proyecto ‘La Tienda Vacía’, que se adelanta en Parque Caracolí y en el que se recogen regalos para entregar a niños de escasos recursos económicos de la ciudad.