Flores para aliviar el alma
Llegar al corazón de muchas personas, ese es el objetivo que desde hace cuatro años se trazó María Eugenia Rodríguez Vesga.
Ella es quien realiza todos los días mensajes hechos con flores que emanan del tulipán africano, ese mismo que tal vez sembraron sus padres frente a la casa que hoy ella habita junto a su sobrina, que ocasionalmente la acompaña y al lado de su inseparable gata Raisa.
Dice que este árbol, que muchos confunden con el búcaro, tiene dos épocas del año en que más florece y es cuando más aprovecha para dejar los mensajes tendidos sobre el césped a la entrada de su casa.
Hileras de flores forman entre sí letras que bien conjugadas conforman frases con mensajes de amor, educativos y de optimismo.
“La idea es que siempre que alguien pase y las lea llegue con mejor disposición a su trabajo o al hogar. Por esta zona pasan muchas personas a reclamar medicamentos a varias IPS cercanas y dice que esas frases les sube el ánimo, les da esperanzas de que todo va a estar mejor”, dice la mujer, quien vive en la carrera 35 entre calles 46 y 48, muy cerca al parque San Pío.
Siempre ha creído que las flores son esenciales en la vida y que le aportan al área espiritual del ser humano, por eso confía en el poder que tienen sus pensamientos.
Toda historia tiene un inicio
Un día, hace cuatro años, vio caer varias flores a la calle y sintió dolor al ver cómo un carro pasaba por encima, dejándolas totalmente destruidas.
Ahí supo que debía aprovecharlas. Entonces creó una corta pero significativa palabra con las flores naranja: Fe.
Al día siguiente pensó que debía continuar y escribió: amor. Y un día después formó la palabra ‘valor’.
Recuerda que para la primera Navidad puso la palabra ‘Navi dar’, así, separado.
Mucha gente que pasaba le intentó corregir diciéndole que le había quedado mal escrita la palabra y ella les aseveraba: “No, está bien escrita. Navidad es tiempo de dar, de regalar, por eso para mí no es Navidad, sino Navi dar”.
Sin embargo la alegría por estos mensajes de la temporada de fin de año se opaca en enero, cuando el árbol deja de producir las flores y el antejardín suyo luce desnudo.
“La gente me pregunta que qué pasa con los mensajes, que por qué no los he puesto y les explico que toca esperar a que el árbol vuelva a florecer”.
Todos los días que se pue-da, incluidos los domingos, María Eugenia hace los mensajes, entre las 5:00 a.m. y 6:00 a.m. A veces, en días calurosos, los pétalos se marchitan y sobre las 2:30 p.m. los recoge y vuelve a poner la misma frase, con flores frescas.
Los mensajes provienen de diferentes fuentes o situaciones. Algunas veces de la frase que se le haya quedado en la predicación de la Eucaristía del domingo. Otras veces, apenas se levanta, se le viene a la cabeza una expresión que luego apunta en la libreta en la que lleva todas las que ha expuesto en su tapete de flores. Y otros días las saca de libros de grandes pensadores o de temas como ‘Desiderata’, compuesta por frases positivas.
“Hace poco, cuando Colombia jugó contra Chile, puse en la mañana: Chile 1 Colombia 2. Y luego del partido alguien que no supe quién fue, la cambió por el resultado final, 1-1”.
También recuerda el día en que una señora de avanzada edad pasó y leyó la palabra que tenía ese día: ‘perdón’.
“Me dijo: “Nunca había necesitado tanto una palabra como ahora que voy a necesitar un medicamento”. Y la señora se puso a llorar. Eso me llama la atención, que lo que escribo le llega a la gente”, comentó.
Foto va y foto viene. No hay día en que sus frases no se roben la mirada, sobre todo de jóvenes, que quieren compartir en sus redes el entorno de sus mensajes.
“Generalmente el jueves es el día de San Rafael y para esa ocasión pongo mensajes de salud, que inviten a alentar y cuidar la salud del alma y el cuerpo. El día anterior a las elecciones puse ‘Elige bien. Toma consciencia de tu voto’. En septiembre que comenzó a aflorar puse varios mensajes de
amistad y uno de ellos decía ‘Amor incondicional’. Ese día un señor dijo: “Gracias por ponerlo porque al menos uno ve un mensaje de estos en el suelo. Tal vez ese señor no se sentía amado por nadie en la vida y leer esa frase le hizo pensar lo contrario, no sé qué le causaría”, narró.
Los días lluviosos obviamente no pone frases, solo hasta que el clima se lo permita.
“Yo seguiré haciendo esto para alimentar el alma de las personas, para llegarles con mensajes que los reconforte y les dé descanso. Para que puedan tener un incentivo en la vida, para que no solo se piense en lo negativo sino en optimismo por lo que venga en la vida”, recalcó.