Elecciones sucias
Santiago Gómez Mejía- Decano de la Facultad de Comunicación Social Unab
Después de la jornada electoral del 25 de octubre quedaron varias conclusiones derivadas del comportamiento electoral de los bumangueses, ampliamente examinadas por los analistas y columnistas de opinión de la ciudad en días pasados.
Sin embargo, los impactos no necesariamente políticos han sido desestimados hasta ahora en la mayoría de los análisis. Por ejemplo, la ciudad quedó sucia. Varias semanas después, Bucaramanga y su Área Metropolitana siguen contaminadas visualmente con vallas, pendones y afiches de candidatos, que sin importar si lograron su objetivo o no, deben hacerse responsables por haber ensuciado la ciudad y por minimizar todos los efectos que eso produce en el bienestar de los ciudadanos.
Leonidas Gómez y Rodolfo Hernández dieron ejemplo y lo evidenciaron con fotos en sus redes sociales. Hay imágenes de cuadrillas de voluntarios despegando carteles de las paredes sucias de Bucaramanga a pocos días de la jornada electoral. Pero son solo dos de los más de 240 candidatos que se presentaron al Concejo de la ciudad, la gobernación de Santander y la alcaldía de su capital.
Como estrategia de mercadeo político, el uso de estas piezas publicitarias no genera hoy réditos importantes que compensen los costos económicos y ambientales que producen. Nadie decide su voto por una valla, por un pendón o por un afiche. O nadie debería, pero de todo se ve en nuestra democracia. Cuando mucho, generan recordación, pero esta por sí sola, como bien saben por ejemplo los surfistas de la “Ola Verde”, tampoco garantiza la victoria.
Peñalosa acaba de ganar con una votación extraordinaria la alcaldía de Bogotá, sin recurrir a estas herramientas. La gestión demostrada y la hoja de vida ponen o quitan más votos que un afiche.
Es que no son creíbles los pronunciamientos y las promesas en lo ambiental de los candidatos que contaminan. Ojalá aprendamos la lección.