Derecho a mi ciudad
Por Paola Bernal, editora Gente de Cabecera ([email protected])
Todos tenemos derecho a la ciudad y por ende, a una buena calidad de vida. Y muchos de los parámetros para saber si se nos está cumpliendo con ese derecho es poder caminarla sin temor.
Pero esos derechos de ciudad tienen que ver también con garantías para disfrutarla. Desde los andenes amplios y en excelentes condiciones para los peatones, la prudencia de los conductores, que los motociclistas no sigan parqueando en los andenes, que no haya ventas ambulantes en el espacio público, buenas luminarias y seguridad.
Sabemos que una ciudad desarrollada se mide ahora, no por la cantidad de vías sino por los senderos y espacios seguros que se le brinda a sus ciudadanos para que las recorran a pie.
¿Pero nos sentimos tranquilos cuando pasamos por un parque? ¿Preferimos ir con los vidrios cerrados del auto y evitar un semáforo en rojo por miedo a un robo? ¿Preferimos ir de la casa al trabajo y del trabajo a la casa?
La tarea es de todos. Las administraciones locales deben repensar las ciudades en pro de ese bienestar y calidad de vida. Más verde, más oxígeno, más andenes, ciclorrutas, programas de gobierno que generen esa comunicación entre ciudad y habitante. Los entes de seguridad deben salir del CAI, aumentar los operativos, pues aunque las cifras dicen disminuir, el temor prima entre muchos ciudadanos que escuchan historias de raponazos entre sus vecinos. Y nosotros como ciudadanos debemos empezar por cuidar nuestro mobiliario, nuestros parques, recoger las heces de las mascotas y ser capaces de dejar el carro en el parqueadero para caminar a la iglesia, al centro comercial o a la panadería del sector.