A cambiar el chip
Por Paola Bernal, editora Gente de Cabecera ([email protected])
Primera escena: un joven limpia vidrios en una esquina. Hace su mejor trabajo sin obligar al conductor a que le dé una moneda. No lo hace con agresividad, tiene una buena actitud. El conductor evalúa detenidamente la labor y empeño de este joven, pero no le da monedas. En la segunda escena el mismo conductor vuelve a cruzarse con el joven que limpia vidrios en un semáforo y esta vez le paga con una tarjeta personal para que lo visite. Tercera escena: El joven, ante su empeño y decencia, se convierte en el nuevo limpiavidrios de los grandes ventanales de la empresa de ese conductor. De esta forma se da una oportunidad de trabajo, lejos de la mendicidad y el semáforo.
Quizás en este momento usted cuestione el ejemplo propuesto. Del video a la realidad hay un gran abismo, ¿verdad? No es nada fácil dar una oportunidad de empleo a un desconocido, así como no debe ser nada fácil empezar a trabajar desde ya en la paz y el posconflicto. Pero es hora de preguntarnos cómo vamos a aportar nosotros a un país más tranquilo. Los empresarios ya empezaron a formularse esa pregunta, la iglesia, el Estado. ¿Y usted?
Se requiere desde ya un cambio de consciencia, trabajar desde su entorno, comprometerse y actuar. De nada sirve decir que quiere la paz si no actúa en consecuencia con esta. Debe importarle. Transforme el discurso, deje de decir que “nada va a cambiar”. Si no actúa seguro que no habrá transformación. Por eso es importante entrar a revisar desde ya los siguientes conceptos: “equidad”, “oportunidades”, “inclusión”, “reconocimiento de los derechos”, “progreso” y “opción de cambio”.