Del peatón atropellado al respetado
Por Camilo Umaña – Humanista y psiquiatra
Los peatones de nuestras calles y avenidas hemos sido cuidadosos, pero también irrespetuosos con los vehículos y motos al atravesarnos ante ellos impulsivamente, para correr a la otra orilla ganándole la vida al riesgo de ser atropellados.
Algunos días buscamos las cebras y los semáforos de carros que nos guían indirectamente cuando podemos cruzar en una esquina. Solo en algunos sitios aislados tenemos semáforos peatonales que nos dan vía para poder cruzar con total derecho y tranquilidad.
¿Cuál es el cacareo?
Nuestras calles y sus esquinas no han sido diseñadas para que sean leídas claramente por los conductores de vehículos y peatones; y no entendemos bien cómo debe funcionar el orden para poder cruzar con seguridad.
Me atrevo a calificar nuestro comportamiento como azaroso.
Así como podemos ser respetuosos de un peatón o de una cebra, igualmente podemos ser imponentes y arrasar con el que se nos atraviese en un sitio demarcado, o en un sitio “olvidado”.
Las cifras oficiales y los informes diarios de los medios de información hacen que este tema sea de nunca acabar.
El poder está en quien diseña, controla y castiga todo el sistema; la decisión reside en el momento diario de nuestras vidas cuando por andar en el oficio de “peatón” se requiere concientizar: ¿A qué me arriesgo si uso las calles como una selva de concreto que no manejo con prudencia?
Introducirse en la selva Amazónica requiere de un guía bien entrenado que nos proteja de los peligros que allí existen. ¿Por qué? Porque desconocemos la selva. Pero esta selva de cemento, ladrillos, asfaltos, luces y celulares nos obliga a reconocer que andamos por “esta selva” muchas veces con descuido e irresponsabilidad. Y este guía no lo querríamos tener en nuestro paseo amazónico.