61 años de amor, respeto y comprensión
Este sábado 19 de septiembre se celebra en el país el Día del Amor y la Amistad. Pensando en quienes se juraron amor eterno, Gente les rinde homenaje a dos parejas de enamorados que nos contaron su historia como esposos y que hoy, gracias a muchas factores, permanecen juntos.
Zaitter y Teresa
La historia de amor de Zaitter Gómez y Teresa Pieschacón nació en 1952. Fue una de esas vespertinas bailables que organizaban entre amigos cuando llegó el día de conocerse.
“Esas reuniones se hacían en la época. No era propiamente una fiesta. Uno se reunía con un grupo de amigas, ponía discos y a bailar. Preparaban cocteles. Eran reuniones comunes de los sábados”, explicó Teresa.
El lugar era una de las casas que rodeaba el parque Bolívar, muy cerca al Centro Colombo Americano.
Ella llegó con unas amigas y bailaba, disfrutando el momento. Él llegó con una novia, le pidió que se quedara en el sitio mientras iba a un funeral de un conocido y cuando volvió la encontró bailando con otro.
“Me dio tantos celos que la dejé. Me puse a tomar hasta que llegó la amiga que nos invitó a la fiesta y me dijo: ¡Zaiter, usted qué hace tomando tanto! ¿Por qué no está bailando? Le dije: porque estoy aburrido, no me gusta ninguna de las viejas que están aquí en esta fiesta” y ella me dijo que me iba a presentar a una que sí me iba a gustar… y me presentó a Tere. Prácticamente llegué con una novia a la fiesta y salí con otra”, dice entre risas.
Con ternura reconoce que le gustó inmediatamente tan pronto la conoció.
“Era hermosa, bellísima. Todavía sigue siendo bella. Ellas son varias hermanas pero yo me quedé con la mejor, con la más bonita”, expresó al tiempo que sonreía mirándola a sus ojos.
Como Zaitter se crió en San Gil y Socorro, tenía mucha familia allí, donde pasaba siempre las festividades de fin de año, sin embargo ese 1952 hizo la excepción y se quedó para estar más cerca de su enamorada.
Empezó a visitarla todas las noches, en su casa, hasta que ya juntos se empezaron a dar cuenta de que eran más que amigos. Una que otra serenata y muchas más atenciones y amabilidades conquistaron el corazón de Tere, como él la llama de cariño. Y así duraron todo 1953 hasta que en diciembre se decidieron… “o esto se acaba o se formaliza. Y resolvimos que nos casábamos”.
En el altar de la Catedral de la Sagrada Familia, el 9 de enero de 1954, decidieron unir sus vidas para siempre y hoy, 61 años después, permanecen juntos. Para esos días él tenía 33 años y ella 20.
A donde quiera que va uno, el otro lo acompaña.
Su amor y comprensión es tal que aun duermen juntos, historia que sorprende a muchas parejas contemporáneas que decidieron en algún momento separar sus camas, siguiendo casados.
“Al principio mi suegro no me quería mucho porque yo tenía fama de borrachito (risas) pero luego me quiso tanto, como a un hijo. Igual pasó con mi suegra, doña Teresa Arenas, quien era como una mamá para mí. Mi familia se puso muy contenta cuando la conoció y supieron que nos casaríamos, siempre me apoyaron”, dijo con su tono jocoso don Zaitter.
Aunque él ha sido de pocas flores, chocolates y detalles, eso no ha sido impedimento para que su esposa Teresa siga encantada con él.
“Él fue siempre muy buen trabajador, fiel a lo que ha querido siempre. Un buen creyente, pero a su manera. Mis hermanos y familiares dicen que se parecía más a mi papá que yo que soy la hija, pues tenían muchas cosas en común. Es un padre responsable, muy buen padre y esposo. No puedo olvidar que el día del matrimonio él lloró de emoción, pues a pesar de todo es muy sentimental”, resalta ella.
El secreto
El contraste entre el compromiso de amor entre esta pareja y muchas de la actualidad es notorio.
Dicen que el secreto para mantenerse como esposos es el respeto y la comprensión.
“Hemos peleado mucho (risas), quizá hemos estado separados como 44 horas, ¿o 44 minutos? No ha sido mucho tiempo… ” , interrumpe él, sin embargo Tere recalca: “Siempre ha existido ese sentimiento de amor lleno de respeto, de ayuda mutua, de comprensión. No es ese sentimiento de atracción física, sino que es un complemento. Eso nos ha ayudado.
Yo por ejemplo fui adaptándome mucho a lo que para él era expresión de amor.
Cuando discutíamos nos arreglábamos rapidito, siempre antes de acostarnos a dormir, porque uno empieza a maquinar cosas en la noche que no son reales, por eso es mejor poner las cosas en claro antes de ir a la cama. No hay que darle tanta importancia a las peleas, eso a veces es importante para uno solo, pero para el otro no. Hay que entender al otro, pero no sentirse resignado. Hay que entender que el otro piensa distinto y obra diferente. Hay que saber hacerle entender al otro lo que uno piensa, porque tampoco es fácil comprender por qué la otra persona dijo eso o por qué obró así. Sí es cierto cuando dicen que la reconciliación es mejor que la pelea, queda mucha paz, sabe uno que obra bien y se llena de paz”.
Y repite que muchas parejas de hoy en día no se dan el tiempo para conocerse. Que quizá muchas sí se casen con amor, pero algunas creen que el amor es solo sentimentalismo. “Eso hace parte del amor, pero no lo es todo. Eso se acaba y en algún momento trae desilusiones. Lo importante es mantenerse juntos para madurar ese amor y así aceptar las dificultades que se puedan venir”, es el consejo de Teresa y en sus 61 años de matrimonio sí que le ha funcionado.