El calvario de los discapacitados
Cecilia Ramírez / Periodista del Barrio
El sector de Cabecera cuenta con todos los servicios posibles. Allí es fácil encontrar almacenes, centros comerciales, bancos, salas de belleza, iglesias, restaurantes, cafés, panaderías, funerarias, centros médicos, consultorios particulares, sedes de las diferentes EPS que funcionan en el país, entre otros.
Precisamente me quiero referir a la presencia de centros médicos, consultorios y sedes de las EPS. Hay una gran concentración de este tipo de entidades en un sector reducido de Cabecera.
Esto hace que muchos pacientes y familiares de pacientes y en general personas enfermas tengan que desplazarse de su barrio a Cabecera.
Es corriente ver a las personas bajarse de los buses con sus bolsas de radiografías, con su historia clínica o lo que necesite para la diligencia en cuestión.
Pero también es corriente ver a muchas personas discapacitadas, o que por su condición de salud deben desplazarse en silla de ruedas; estas personas generalmente van acompañadas de algún familiar.
Quiero resaltar el calvario que sufren estas personas que van a cumplir una cita y sus acompañantes. Se ha dicho hasta el cansancio que Cabecera pasó de ser un sector netamente residencial a un sector mixto entre residencial y comercial en pocos años.
Y la improvisación en el proceso de trasformación ha dado como resultado un sector bastante caótico que carece de andenes apropiados para los peatones, mucho menos para discapacitados que deban movilizarse en silla de ruedas.
Es penoso ver a los acompañantes de estos pacientes hacer esfuerzos enormes para hacer rodar la silla de ruedas, subir un andén, bajar un andén, cruzar una calle.
Además del problema de la irregularidad en los andenes está el grave problema de los vehículos, ya sea carros, camionetas y motos parqueados sobre los andenes, parqueados en la calzada, obstaculizando el paso al nivel diseñado especialmente en algunas calles para sillas de ruedas.
Por otro lado está la improvisación en la adaptación de una casa residencial en consultorio o centro médico.
En las entradas se han construido rampas que son verdaderamente producto de la más grande ignorancia respecto a las normas de construcción de estos accesos.
En muchos casos es necesario sacar una fuerza bruta para hacer el esfuerzo físico que permita ascender una rampa con ángulos exagerados.
Y para bajar, el acompañante debe maniobrar de tal forma que su familiar ni él mismo salgan despedidos.
Otro factor que se suma a este calvario es la búsqueda de un taxi.
Como ahora la mayoría de taxis cuentan con sistema de gas, el tanque ocupa gran parte del espacio del baúl, por lo tanto, cada vez que se trata de conseguir un taxi, el conductor al ver la silla de ruedas dice: “no lo puedo llevar porque la silla de ruedas no cabe en el baúl”.
Cuando finalmente algún taxista acepta la carrera y logra acomodar la silla en el poco espacio del baúl, no queda más remedio que el acompañante vaya sujetando con sus propias manos la silla de ruedas para que no se vaya a caer en el recorrido, eso sí, en una posición sentado y contorsionado hacia atrás.
Y para completar las estaciones del calvario, está lo relacionado con los parqueaderos.
Si los familiares del enfermo o discapacitado tienen vehículo propio y quieren llevar al paciente al centro médico o consultorio, debe pensar en el parqueadero más cercano pues muchos centros médicos no cuentan con parqueaderos, y se debe pensar en llevar algún acompañante adicional para que ayude a bajar la silla de ruedas, ayude a bajar al enfermo y en algunos casos quedarse en la puerta del parqueadero con el paciente hasta que el conductor ubique el carro.
Hay parqueaderos en Cabecera que aunque tienen sectores marcados con el logo correspondiente para discapacitados, estos son ocupados por vehículos que no están trasportando a discapacitados.
En ocasiones es bastante difícil encontrar parqueadero y si por fortuna lo encuentra, es en los últimos niveles. Hay una clínica en la carrera 33 que con demasiada frecuencia tiene los sitios de los primeros niveles vacíos porque son usados por personas que lo arriendan todo el mes y son fijos, y quienes llegamos a usarlo eventualmente tenemos que ubicar el carro en el último nivel.
En conclusión, el desplazamiento en silla de ruedas en el sector de Cabecera es una odisea.
Muchas personas terminan arriesgando sus vidas por tener que desplazarse directamente por la calzada a falta de acceso por las aceras.
Por fortuna hay algunas pocas calles donde se está cambiando el aspecto por la implementación de las nuevas aceras con las últimas normas.
La carrera 33, de la calle 45 a la calle 56 es relativamente fácil de transitar por tener aceras amplias, pero el estado actual de muchas de sus lozas demanda un mantenimiento urgente.
Hay varias lozas quebradas y algunas están sueltas causando un desnivel peligroso.
Con este artículo pretendo ser vocera de los muchos discapacitados que deben movilizarse en el sector de Cabecera y también de sus acompañantes, pidiendo a las autoridades pertinentes una mejor accesibilidad, ya que durante cuatro años viví en calidad de familiar de una persona discapacitada, con todos los inconvenientes que se deben sortear para cumplir a tiempo una cita médica.