Un sueño de ciudad
Paola Bernal, editora de Gente de Cabecera
En Montreal, Canadá, los ciudadanos cuentan con columpios en las paradas de buses. Así, mientras esperan el transporte público se entretienen como niños. Desde los más pequeños hasta los ancianos disfrutan de ese escenario. Algunos columpios cuentan con música, así que mientras las personas se mecen entre todos crean una melodía.
Lo anterior no es más que una forma de generar esos lazos con la ciudad. Ese sentido de pertenencia establece una relación sólida con su infraestructura, siendo estas algunas de las herramientas para poner en marcha el tema de comunicación y ciudad.
Ahora bien, cuando se cita el caso anterior entre amigos colombianos son muchos los que acaban con la magia de esa ciudad soñada.
Para muchos aterrizar estos casos a Colombia sería una utopía; bromas como que no faltará el que se apropie del escenario y cobre por él, o el mismo tema de inseguridad acaban con la magia.
¿Y si no se tratara solo de soñar sino de poner en marcha estrategias que le den al santandereano un verdadero sentido con sus parques, con la arquitectura, con su idiosincrasia? ¿Y si recuperamos los espacios verdes, abrimos las puertas al arte y nos sentimos orgullosos de lo que tenemos?
Para muchos va más allá de poner una gran escultura en un parque; es acercar al ciudadano, mostrarle que su ciudad no es solo el lugar donde reside, es hacerle sentir seguro cuando decide caminar por sus calles, que no tema bajar los vidrios de su vehículo, y que cree lazos con la cultura, el arte, con el parque, que no tema subirse al transporte público y que quiera tanto a su ciudad que le dé pena cualquier falta de civismo.