Nivel de empatía
Ejercicios tan sencillos como sostener una puerta de vidrio en un centro comercial, en la portería de su edificio o en la misma empresa habla mucho de la cultura, educación y reconocimiento del otro.
¿Es de los que espera a que la otra persona llegue para entregarle la puerta en sus manos, darle el paso, o es de los que simplemente ingresa, sin mirar atrás, al punto de lanzar un grosero portazo?
Muchos responderían que el afán apremia; otros niegan haber visto a alguien detrás de ellos y habrá a quienes no les interese una mínima relación con un extraño; solo se concentran en su tarea y siguen. Este interesante ejercicio fue analizado en el programa de NatGeo ‘Control de multitudes’, en el que se evalúa el comportamiento del individuo como parte activa de una sociedad.
Les preguntaron a los ciudadanos cuál era su reacción cuando ese tercero no agradecía su gesto, y la respuesta fue una molestia inmediata, pues siempre se espera la gratificación con un buen modal, un gracias o una sonrisa. La falta de agradecimiento hace que algunos decidan no volver a sostener la puerta. Otros afirmaron que continuarán haciendo este gesto, pues el ejemplo es clave. No negociarían por nada su buena educación.
Así que la invitación es a evaluarnos: ¿Qué tal revisar cuántas veces sostenemos la puerta? ¿Cuántas veces detenemos el ascensor del edificio para que otras personas suban con nosotros? ¿Cuántas veces vemos a alguien saliendo de un parqueadero, incluso en pendiente, y no le damos la vía? Lo interesante de este tipo de programas televisivos es ponernos a reflexionar sobre nuestro nivel de empatía, que no es más que ponernos en los zapatos del otro. Recuerde que esa persona en algún momento será usted.