Este mundo también es de ellos
Paola Bernal, editora Gente de Cabecera ([email protected])
Muy bien decía Gandhi que la grandeza de un pueblo se puede juzgar por la forma en que son tratados sus animales. Pero debo decir con tristeza que se siguen viendo animales en extrema delgadez. Y algunas personas así lo manifestaron a esta redacción, argumentando que en un centro comercial un vigilante paseaba con el animal, quien a simple vista evidenciaba muestras de descuido y tristeza.
El llamado es tanto para los establecimientos privados como públicos que hacen uso de estos animales para la seguridad. Más allá de que existan razas para estas tareas, se les debe brindar buena alimentación, agua, un lugar digno para dormir, y sano esparcimiento. Muchos viven en encierro.
El llamado también es para quienes tienen mascotas que dejan amarradas, o al rayo del sol en un balcón de no menos de un metro de ancho.
¿Y cómo entendernos como seres humanos, cuando vemos a alguien que acelera el vehículo mientras el animal trata de pasar la calle?
Amarlos es adoptarlos, esterilizarlos y cuidarlos, es entender que no funcionan como un robot: ¿si no le enseña, como quiere que aprenda? ¿El camino es desecharlos? Qué bueno por iniciativas como los dogcomedores que ubican en parques para alimentar a los perritos de la calle, por instituciones como la Udes que se unen para generar conciencia, y por empresarios que para celebrar su cumpleaños decidieron recibir como regalos alimentos para donar a los refugios. Empecemos por las buenas acciones en nuestro entorno. Amando a nuestros animales podremos rechazar con el corazón festivales como el de China Yulin 2015, donde 10 mil perros mueren por simple placer y apetito.