Rostros del perdón
Por Paola Bernal, editora Gente de Cabecera ([email protected])
Hace unas semanas vimos a Natalia Ponce frente a las cámaras detrás de una pequeña película transparente que cubría su rostro. También vimos la portada de su libro y escuchamos sus primeras declaraciones alrededor de un tema más que duele en el país: la agresión a las mujeres, en este caso, con ácido. Ponce declaraba que le interesaba seguir con su fundación, teniendo en cuenta que serían más las mujeres quemadas con este químico en el país.
¡Triste pero cierto! A la semana siguiente una mujer de Medellín fue atacada con ácido por parte de un desconocido que le dejó quemaduras en su cuello, sus brazos y parte de sus piernas.
Lo doloroso de este tipo de ataques es ese sentimiento tan espantoso que albergan algunos corazones como la venganza.
Y si aprendiéramos a ser inteligentes emocionales y a entender que el otro no nos pertenece, pues es libre y puede decir no quiero o no me interesa seguir en una relación. Y si empezáramos por educar las emociones para que la forma de reaccionar ante un “no” simplemente sea un “gracias por la enseñanza, sigo adelante y te dejo ir”.
De admirar la tenacidad de esa mujer, Natalia, quien no solo sale ya a la luz pública después de renacer, como ella misma lo afirma, sino que más allá de la cita semanal con su psiquiatra y todo el apoyo que le agradece a su familia, quiere tener paz en su corazón y perdonar.
Hace poco conocí a una víctima de minas antipersonales en el Hogar Jesús de Nazareth, con medio rostro quemado. A fundaciones como esta les hace falta profesionales en psicología que brinden apoyo a las víctimas para perdonar y seguir. ¿Y si les ayudamos a que sus vidas sean mejores, a que cambie su realidad y nosotros mismos aprendemos a perdonar?