Hacer ciudad
Por Gilbero Camargo Amorocho – Arquitecto y Esp. en Educación Ambiental
Reconstruir o hacer ciudad es de las cosas más complejas que hay, sobre todo cuando los grandes urbanistas hablan de que el futuro será de grandes asentamientos densos, sostenibles, amables, donde proyectar a mediano y largo plazo será un imperativo.
Además visionan a lo público como el gran protagonista, dicen que estará por encima de los intereses privados, irracionales e insostenibles. Cualquier parecido con Bucaramanga sobre su devenir no es pura casualidad.
Ya hoy somos en el mundo siete mil millones de habitantes. “Las próximas dos mil millones de personas que se agregarán a la población mundial vivirán en ciudades; en consecuencia, es necesario planificar para ellos desde ahora”, advierte el informe ‘Estado de la Población Mundial 2011’ de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). ¿Dónde alojar a esos millones por venir? ¿Cómo aumentar densidades, tratando de evitar hacinamiento y ahogamiento?¿Cómo aplicar la norma de 15 m2/habitante de zonas verdes?.
Es un reto para una oficina de planeación de cualquier ciudad del mundo. Por impacto ambiental negativo e insostenible, es imposible continuar aceptando los barrios de casas individuales. Pero sabemos las consecuencias de un modelo de desarrollo y la ciudad como se muestra hoy; las periferias urbanas así lo denotan.
Está la vivienda privada, de barrios cerrados, la pública en conjuntos habitacionales y con áreas cuasi mínimas, llamada vivienda social y la arquitectura sin arquitectos, los asentamientos espontáneos, irregulares y miseria. Hoy tenemos una gran mancha sin planificación, horizontal y de baja densidad, ocupando gran cantidad de zonas rurales, fértiles y violentando frágiles ecosistemas, humedales, nacimiento de quebradas, ríos y otras zonas inundables.
Y debemos agregar la ‘automóvildependencia’ y sus efectos posteriores: consumo de combustibles fósiles, emisiones de CO2, alteración de la salud mental, calentamiento global, entre otros. Creo que es hora de abrir el debate público sobre la ciudad que queremos, donde se debe definir la prioridad e importancia que tiene el valor social y estratégico del suelo, sobre la especulación y fragmentación.