Cabecera, copado de ruido y licor
Un grupo de jovencitas entre los 17 y 23 años aguarda en el andén frente a uno de los tantos establecimientos nocturnos de la carrera 34 entre calles 48 y 49. Cabellos planchados y teñidos de negro, minifaldas pegadas, blusas con lentejuelas, y mucho maquillaje y perfume. Algunas tienen un cigarrillo en la mano, otras en cambio chatean y hablan por celular, quizás afanando a sus parejas para que lleguen pronto al sitio.
A pocos metros de ellas un grupo de muchachos, un poco mayores, las observan, mientras tanto, sentados en un andén, se toman cada uno una cerveza y se fuman un cigarro.
Todos tratan de esquivar el humo, no de lo que se están fumando, sino de la venta de chuzos y mazorcas que una señora instaló en esa calle.
A este ambiente se le añade el ruido. No se sabe con exactitud de dónde viene porque todos los locales de la zona compiten por cuál es el que más volumen le pone a sus parlantes, muchos de estos instalados en dirección hacia la calle. Vallenatos de Silvestre Dangond, reguetón, pop… y más vallenatos resuenan en los oídos de quien decide darse una pasada por esta, quizá la calle más contaminada auditivamente en Cabecera, en horas de la noche.
Según la Secretaría de Salud de Bucaramanga y un reciente estudio hecho sobre ruido, los decibeles en esta zona deberían llegar a 60, sin embargo en una de sus visitas de control sobrepasa los 75.
Esta es quizá una de las mayores preocupaciones de quienes viven en el Edificio Cabecera Tercera Etapa y en las casas de la calle 48 entre carreras 33 y 36, que ya no tienen un fin de semana de descanso y tranquilidad.
Al igual que los dos grupos de jóvenes mencionados al principio, rodeados de ventas ambulantes, de sillas y mesas que algunos comerciantes sacan al andén para que sus clientes se ubiquen, otros se multiplican a lo largo de la carrera 34.
Solo encontramos un local que en su fachada usa dos puertas para poder aislar el sonido y que este no salga ‘bailando’ hacia la calle. Esta discoteca está ubicado a pocos metros del parqueadero que funciona las 24 horas y que algunos ignoran a la hora de dejar sus motocicletas estacionadas sobre los andenes, otra problemática que también afecta a este sector.
Otra zona
El bullicio se va disolviendo poco a poco hasta llegar a la calle 51 con carrera 36. Allí se asoma otra situación ‘nocturna’ para quienes viven alrededor de los centros comerciales Cuarta Etapa y La Quinta: el consumo de licor en vía pública y posteriores riñas callejeras.
Sentados en las escaleras que conducen a la calle 51 con carreras 37 y 38 hay alrededor de seis grupos de jóvenes. Todos tienen en sus manos algún tipo de licor y algunos fuman. Como el recorrido se hizo sobre las 11:00 p.m., no hubo algún tipo de riña que llamara la atención; sin embargo, la historia la termina de contar un vecino de la zona, quien solicitó no publicar su nombre.
“Las peleas son en la madrugada, después de las 2:00 a.m. No sé si son los mismos que están tomando o consumiendo drogas en las escaleras (porque ese es el olor que llega al apartamento, a marihuana), solo sé que se han visto trifulcas con cuchillo, carreras en moto, insultos, gritos de chicas pidiéndoles a sus hombres que paren la pelea y más groserías. Aunque esto nos quita el sueño porque en medio de esa bulla llega la patrulla de la Policía y se arma de nuevo otro alboroto, hay un problema más que he observado últimamente y es el probable caso de prostitución. A veces se ven muchachas con apariencia de prostitutas ofreciéndose en la calle. No sé si lo son o será que ahora las jovencitas se visten así para salir a rumbear los fines de semana, pero esto es preocupante”, denunció.
Allí se cotejan dos comentarios: entre los que hace este vecino y entre la carta que hace un par de semanas enviaron a esta revista líderes de los edificios Ipanema, Premier, Patinum, Carlos Figueroa, La Barceloneta, Rochester, Alcantuz, La Montaña y Atenea Plaza.
En la misiva agradecen a funcionarios de la Alcaldía de Bucaramanga por ponerle fin al martirio que sufrían los jueves, viernes, sábado y domingos (en caso de festivos) por culpa de establecimientos que no cumplían con las más mínimas normas de insonorización, salidas de emergencia, localización retirada de centros de salud y establecimientos educativos y condominios habitados por personas mayores, niños, estudiantes y personas adultas que tienen que madrugar a sus respectivos trabajos.
“Durante un fin de semana tras otro se ha vivido una situación en la que se enfrentan dos formas de vida: la de quienes usan el día para realizar sus actividades y la noche para descansar, y por otro lado quienes eligen la noche para celebrar sus fiestas, reuniones y diversas formas de diversión. Es el enfrentamiento de derechos: el de la salud y el descanso (que también es salud) frente al derecho a la diversión ruidosa en la calle o en locales no insonorizados. La situación no se daría si las fiestas se realizan en lugares apartados de las viviendas o en locales debidamente adaptados. Sin embargo podemos decir que desde hace dos meses y luego del cierre de algunos establecimientos nocturnos vecinos y del control que pusieron en la zona, el ruido espantoso de los fines de semana desapareció”, dicen.
Otro sitio donde también se observa la insonorización de algunos negocios y el funcionamiento a espacio abierto es en la calle 52 con carrera 35. Este es otro punto de encuentro de jóvenes los fines de semana y donde se repiten la mayoría de problemáticas que hay en la carrera 34 entre calles 48 y 49.
En la 33
Una situación contraria a este grupo de vecinos viven quienes tienen por residencia apartamentos en los edificios Sotará, Escorial, Trafalgar, Villafrade, La Nacional y Colpatria.
Son más de 150 las familias afectadas por el ruido de locales nocturnos ubicados en la carrera 33 entre calles 44 y 45.
Santos Ramírez lleva mucho tiempo luchando por restablecer la tranquilidad en el sector, sobre todo los fines de semana, pero su última lucha fue como todas las anteriores: infructuosa.
Tras más de cuatro años de solicitudes formales, derechos de petición y tutelas, este año decidió junto a sus vecinos instaurar una Acción Popular para reclamar por los derechos de los menores residentes en la zona.
En el documento solicitaba se respetaran sus derechos a crecer digna y tranquilamente y se llamaba la atención a las autoridades locales para velar por el cumplimiento de sus derechos.
“Desafortunadamente el juez no tuvo en cuenta la solicitud de la protección de los derechos de los residentes y entre ellos los derechos de los menores, que son la parte fundamental de la demanda. El juez otorga a los establecimientos derechos que la ley no les reconoce, contradiciendo en el fallo lo establecido en las normas legales y las pruebas que obran en el proceso. Además va en contra del POT (Plan de Ordenamiento Territorial) que establece que en esta zona no pueden funcionar bares, discotecas o tabernas”, señaló sobre el fallo que llegó a sus manos el 23 de febrero pasado.
Entonces la situación para esta comunidad sigue siendo la misma los fines de semana: proteger a sus hijos y nietos para que no observen ni sean víctimas de borrachos en las calles, trancones, pitos de carros, peleas con botellas y cuchillo, y música con volumen alto.
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“Se hacen controles”
“Se han venido haciendo operativos y mediciones periódicas junto con la Secretaría de Salud y la Policía Metropolitana de Bucaramanga. Esto se hace para verificar que los establecimientos cumplan con la documentación y con las normas. También se ha logrado un diálogo con los comerciantes, sobre todo de la carrera 34 entre calles 48 y 49 y se les ha instado a tomar medidas pertinentes, pues ellos deben ser conscientes de que en la zona, aunque se permiten algunos negocios, es residencial y por ende quienes viven cerca tienen derecho al descanso”, dijo César Parra, secretario del Interior de Bucaramanga.
Igualmente expresó que desde noviembre se han aplicado cierres temporales a establecimientos que vulneran las normas, especialmente de insonorización.
“Si la documentación se les revisa y no está al día o están incumpliéndola se les abren procesos policivos y finalmente son estas autoridades las que deciden qué rumbo tomar. Hay que reconocer que se ha avanzado en el tema de control a negocios que no tenían licencia de funcionamiento y que eran ‘problemáticos’, pues aparte de generar contaminación auditiva funcionaban por fuera de horarios reglamentados”, añadió el funcionario Parra.
20
establecimientos nocturnos, aproximadamente, hay en la carrera 34 entre calles 48 y 49.