Autorregularnos
Por Paola Bernal, editora de Gente de Cabecera
Responsabilidad, solidaridad y tolerancia, tres palabras que deben ponerse en práctica a la hora de evaluarnos como ciudadanos. Nuestro análisis sobre civismo debe tener tres ejes claros: cuál es el uso que usted le da al espacio público, en qué nivel está su respeto hacia las personas y en qué punto está su respeto hacia el entorno.
Hoy quisimos poner a prueba a todos nuestros lectores para que se evaluaran. Cuántos se rajan como peatones, como conductores, cuántos tienen una relación deteriorada con su ciudad. Por supuesto interfiere el tema del aseo, del reciclaje, del buen uso que se le da a los escenarios públicos, el respeto por el otro cuando hace una fila en un banco o en un supermercado.
Muy bien se dice que el civismo es el reflejo de una sociedad madura, cuyo resultado da una convivencia más confortable.
Más allá de las normas o de las sanciones está la conducta autorregulada y a eso debemos apostarle. Es esa capacidad de usar el parqueadero público, el puente peatonal; es tener claro que usted respeta la vida del otro, por eso le da prelación al peatón, sabe que al bajarse del auto también se convertirá en uno de ellos.
El espacio público es el lugar de relación ciudadana y usted hace parte de él.
En esta edición presentamos imágenes de la falta de civismo en nuestros sectores; los más comunes: autos y motos mal parqueados, afiches que no retiran los empresarios, el rebosamiento de basuras y peatones que siguen sin usar los andenes.
La pregunta a hacernos como ciudadanos es: ¿requerimos de la sanción para aprender?