“Arboricidio en medio de la sostenibilidad”
Jorge Afanador / Periodista del Barrio
“Ya existe un plan para contrarrestar el impacto ambiental que cause la obra del ‘tercer carril’. De 1.200 árboles localizados en la zona, 614 serán intervenidos, lo que significa que al terminar esta construcción habrá 3 mil árboles más, en virtud del Plan de Compensación Ambiental”: palabras del alcalde de Bucaramanga, Luis Francisco Bohórquez ante la tala de árboles para la construcción del tercer carril.
¿Cuántos años se van a tardar en lograr la misma efectividad en la producción de oxígeno estos 614 que serán talados?
En el año 1992 Bogotá construyó la troncal de la Avenida Caracas, y para esto fue necesario trasladar varios de sus gigantescos Urapanes sembrados en la década de los años 30 y 40.
Un manejo ambiental correcto de un proyecto prioritario con bastantes ceros a la izquierda implica igualmente un mínimo presupuestal para el manejo y planificación ambiental, y que se contemple el traslado de los árboles a otras áreas.
Los 48.000 kilogramos de oxígeno emitidos por estos 614 adultos no serán compensados en sus primeros siete años por la siembra de los 3.000 más, y el aumento del parque automotor, día a día traslada esa compensación a una irrisoria cifra de acuerdo con las necesidades futuras.
Firmar la sentencia de muerte, además, a unos árboles, simplemente porque existe una compensación y una razón de que varios están enfermos, es una labor retrógrada y facilista, salvarlos es la labor del visionario.
El hecho de que estén enfermos no quiere decir que tengan firmada la sentencia de muerte.
“Un árbol es como un ser humano, se le eliminan las partes dañadas, se le hace el tratamiento, se le da la nutrición necesaria y se salva”, son las palabras de Luis Eduardo Martínez Rueda, ingeniero agrónomo especialista y asesor técnico en tratamientos de especies vegetales con enfermedades avanzadas.
Sin duda alguna es necesario el replanteo y la revisión de la política y veeduría ambiental y decirnos la verdad frente al espejo que la falta total o ausencia de planificación es la que tiene sumida nuestra ciudad en el caos.
El planeta tiene en este momento un déficit de oxígeno por la tala desmedida y descontrolada de selvas y bosques.
En nuestras ciudades aumentan los desarrollos y disminuyen las áreas verdes y donde existieron árboles, ahora existen solo arbustos y palmas, pues el área reservada para tal es mínima o no tiene la profundidad necesaria.
Las áreas verdes de nuestros barrios desaparecen ante la mirada de nuestros gobernantes. Endurecimiento, cemento y más cemento, son el paisaje de la ciudad sostenible.
En el caso del intercambiador de la 27 con Quebrada Seca sucede exactamente lo mismo, cambiamos a manera de trueque un bosque por arbustos, cambiamos frescura y sombra por una plazoleta que sin duda alguna será con el área adyacente una gran isla de calor.
El diseño acompañado de una buena planificación toma las diferentes variables y las transforma en una respuesta de implantación de proyecto de acuerdo al entorno a tratar y genera una respuesta que con seguridad no sacrifica ni da eutanasia a estos seres vivientes llamados árboles. Se deben proteger, reubicar o trasladar.
Ellos ahora más que nunca son nuestros salvadores. Y una capital que en ese mismo lugar sobre la autopista observó cómo un candidato talaba unos árboles para la promoción de su campaña con una valla, hoy lo observa cercano a su despedida, haciendo el mismo gesto pero con 604, solo por falta de un buen equipo asesor en el tema, y la ausencia y desconocimiento de una política de sostenibilidad.