“No es necesario ir a otro país para disfrutar un buen paseo”
Al calor de unas cervezas, en un día de noviembre, un grupo de tres amigos tuvo la idea de viajar en bicicleta de Medellín hacia Bucaramanga.
Lo que en un principio se charló como una utopía y un chiste se hizo realidad para Luis Felipe Ordóñez Puente, Juan García, Julián Andrés Gómez Rincón y Enrique Díaz quienes en tres días lograron su meta.
Luego de darle vueltas al plan y de cuadrar calendarios de vacaciones, tres de ellos decidieron montarse en bicicleta y el otro, Enrique, acompañarlos desde un vehículo asistiéndolos.
Viajaron a Medellín con sus carros y sus respectivas ‘bici’ y el 20 de diciembre, a las 5:30 a. m. cogieron carretera.
Ese primer día recorrieron 126 kilómetros en etapas de ascenso a Cisneros, municipio antioqueño bordeado de un repecho similar a El Picacho.
“A las 4 p. m. llegamos a San José de Nus vueltos nada, cansados. Nos quedamos en un hotel de carretera muy bueno. Fue un día excelente porque disfrutamos de paisajes bonitos, de clima frío, de montaña. En Cisneros nos tomamos fotos en la estación del ferrocarril, una insignia de ese municipio”, comentó Julián, un intrépido aventurero quien tiene varias experiencias de viajes como el que hizo por tierra al Mundial Brasil 2014.
El segundo día empezaron a pedalear a las 4 a. m. luego de haberse tomado un café y unas galletas.
Ese tramo pensaban cumplirlo hasta Puerto Berrío, pero les rindió tanto que llegaron a esta ribera del Magdalena a las 9 a. m.
“Seguimos por el Magdalena Medio y el Carare y fue duro porque la temperatura llegaba a los 40 grados con una sensación de estar pedaleando dentro de un sauna. A las 11 a. m. paramos en un restaurante y continuamos de 3 a 5 p. m. El nivel de humedad en esta zona es altísimo pero contrasta con los paisajes de sabana y la ganadería que abunda allí”.
Esa segunda noche durmieron en El Opón.
Al día siguiente decidieron madrugar para evitar desgastarse ante los rayos del sol. Arrancaron a las 3:30 a. m. y desayunaron en La Lizama.
“Es un sol constante y pesado en medio de una carretera más angosta y peligrosa, aunque siempre nos sentimos acompañados no solo por nuestro conductor quien nos brindaba agua, sino por los conductores de tractomulas y camiones quienes con sus pitos nos animaban y reconfortaban a seguir adelante. Lo más lindo de este tramo es el paisaje que ofrece Hidrosogamoso. Aunque la temperatura es altísima en este punto no podíamos dejar de parar para tomarnos fotos. Es un panorama diferente al que veníamos viendo en toda la travesía… imponente”, comentó Julián.
Este tercer día el cansancio empezaba a notarse en las subidas, la de Portugal que es de 30 kilómetros y de La Renta, de 17 kilómetros.
La felicidad se asomó cuando vislumbraron Lebrija y llegaron luego al peaje del aeropuerto.
Con banderas y algarabía, un grupo de amigos y familiares los esperaban en el portón colonial que simboliza la llegada a Girón. Eran las 8 p. m. y finalizaba así el día más largo de viaje, de aproximadamente 15 horas en bicicleta.
“Nos fuimos con la familia para El Garaje y allí nos tomamos unas cervezas y deleitamos una muy merecida hamburguesa, pues este tipo de comidas no podíamos consumirlas antes ni durante el recorrido. Esa noche el mismo cansancio no nos dejaba dormir y aprovechar una buena cama. Al otro día amanecimos bien pero el 24 revivió el cansancio producto del viaje… nada que no pudiésemos solucionar porque desapareció pronto”.
Sin haberse pinchado, con un ambiente agradable de compañerismo entre los tres ciclistas y el acompañante, y con ganas de lograr un reto mayor a este, la travesía terminó.
“Somos amigos hace más de 15 años y vimos esto como una manera de disfrutar la vida, porque ese es mi lema ‘La vida se conoce viajando’. Con este paseo comprendimos que no hay un competidor más grande que uno mismo porque esto es un reto personal, es decirte a ti mismo que puedes hacerlo. No es necesario ir a Dubai o a otros países para disfrutar la vida, conocer y gozársela, aquí mismo lo puedes hacer y en bicicleta es la mejor manera de lograrlo. Muchas personas nos decían que estábamos locos y otros, como la gente que nos encontrábamos en el camino nos alentaban mucho, lo importante fue que lo logramos y que estamos preparados para cumplir otra meta más alta. La vida se trata de tomar riesgos, enfrentarlos. Uno tiene que soltarse, conocer y vivir experiencias nuevas, lejos de miedos, temores y rutinas. Uno no debe medir tanto las cosas porque entonces nunca logra conocer nada”, manifestó Julián.