El ángel de los abuelitos
Muchos han escuchado hablar de Albeiro Vargas como promotor de una de las obras sociales que más mueve corazones en Bucaramanga y el área metropolitana.
Pero pocos saben que esta labor de servicio nació en él hace 30 años y que por estos días recuerda esa fecha en la que nació su deseo de ayudar a los adultos mayores desprotegidos.
Desde niño supo el significado del valor de la solidaridad, el servicio y la entrega a los demás, y trabajó tanto que su fundación lleva su nombre, Albeiro Vargas & Ángeles Custodios.
“Ha sido una experiencia muy gratificante en el sentido de que uno se da cuenta que viene al mundo a dejar una huella y semillas, y no a pasar desapercibido. Así tratamos de aportar un granito de arena a la paz que tanto anhelamos. Todos estamos llamados a hacer algo por los demás. Trabajar en esta obra ha sido una universidad, un proyecto de vida que me ha permitido crecer como persona y profesional y me ha ayudado a aportarle algo a la sociedad”, dice este hombre que por su labor ha recibido distinciones como el Premio Portafolio, entregado por la Casa Editorial El Tiempo en 2007, y reconocimiento como ‘Justo del año’ otorgado por la Fundación de Derechos Humanos en Montpellier, Francia.
Entre los logros que tiene en su fundación está sensibilizar a la comunidad en general sobre el proceso de envejecimiento y dignificar la vida de los adultos mayores. Además ha podido asociar los 56 Centros de Bienestar del Adulto Mayor de Santander para ofrecer mejor calidad de vida y lograr que sean reconocidos como sujetos de derechos en el ámbito gubernamental.
Estos y muchos otros logros han fortalecido ese amor por ayudar a los abuelitos. Su entrega sigue tan viva como hace años, cuando una señora de 108 años llamada Josefina Barrios, le movió el corazón.
“Fumaba mucho cigarrillo y yo le decía que dejara de fumar, que eso la ponía mal, y me decía que tenía hambre. Eso me marcó y me dejó el corazón apretado. Entonces corrí a buscar pan entre los vecinos para llevarle. Ahí nació todo, es decir hace 30 años”, explicó.
Un llamado a servir
Albeiro invita a la comunidad a servir, no solo desde su fundación sino desde cualquier medio que se pueda prestar un servicio al otro, sin ningún interés.
“A veces nos creamos o inventamos los límites e incapacidades de ayudar, y a veces pensamos que podemos empezar a velar por el otro hasta que nos ganemos la lotería o terminemos la universidad, pero no es así. Para ayudar solo se necesitan tener ganas y voluntad. Albeiro Vargas nació en el barrio Transición, sin dinero, solo con sentido social y brindándoles sonrisa a los abuelitos. Así lo puede hacer cualquiera hoy, no dejando esta tarea para mañana. Hoy es el día de servir, de ayudar, de escuchar a un anciano, de visitarlo.
“Con que lo escuchemos ya estamos ayudando, porque ayudar no es solo dar de comer, es darnos como personas. A veces es fácil dar pero difícilmente uno se da”, manifestó.
Invitó a trabajar por los necesitados, en especial por los que tienen hambre, “porque aunque no parezca, en Colombia hay mucha gente con hambre, no solo física, sino material, de amor, de cariño, de justicia y solidaridad ¡esa hambre es la que está matando a los colombianos”.