80 ángeles en peligro
Por Fabio Peña, editor de Gente de Cabecera
Tuve la ocasión de conocer la institución Iris hace algún tiempo. Allí más de 80 niños en condición de discapacidad severa no tienen a nadie más que a las personas que los cuidan, les cambian sus pañales o sus ropas, los bañan, les dan de comer y, sobre todo, les dan amor.
Esos niños a quienes yo considero ángeles no son recibidos en ninguna otra institución por su difícil situación. Son personas de diferentes edades que, en muchos casos, apenas pueden mover los ojos para expresar lo que sienten. Algunos permanecen en una cama las 24 horas del día y su única actividad es que los cambien de posición.
Otros parecen niños de meses pese a tener veinte y más años.
Su situación es de altísima vulnerabilidad y sus necesidades, como su corazón, son muy grandes.
Para ellos una caricia, una sonrisa o un abrazo son un tesoro que guardan de por vida.
Esos mismos ángeles están a punto de quedar en la calle.
Por decisiones administrativas que no viene al caso comentar se determinó no seguir con el programa y acabar con un trabajo de muchos años que nadie más ha querido realizar.
María del Pilar Flórez Schneider, quien le ha puesto el pecho a la brisa durante la última década, quiere continuar ayudando a sus ángeles, sin importar que la que fue su casa ya no quiera tenerlos. Pero habría que empezar de nuevo.
La situación de los niños es apremiante. Su salida es inminente. Muchos deberán ser acogidos por instituciones del Estado, otros… no se sabe.
Estos ángeles merecen la oportunidad de vivir en condiciones por lo menos como las que tienen hoy.