Silvia y Alejandra le apostaron al emprenderismo
La Universidad Industrial de Santander fue el escenario en el que Silvia Mideros y Alejandra Robles se conocieron hace 7 años.
Aunque ninguna de las dos es graduada de esta universidad, ese punto de encuentro les sirvió para tener hoy más que una sociedad: una próspera amistad.
Estando un día de descanso en La Mesa de Los Santos les llegó la idea de crear un sitio para que los músicos pudieran ir a ensayar, limpio, acogedor, familiar…
El potencial estaba latiendo: Silvia que tiene su banda y que desde la adolescencia está metida en el ámbito musical, y Alejandra que como ingeniera industrial sabía todo lo que requería para hacer realidad la idea.
Les sonó tanto que hoy entre los jóvenes músicos del sector se habla de la tendencia que seSlas creó con estos espacios.
Salas Beats nació entonces en 2013 en una casa de El Prado.
“Cuando estábamos haciendo el plan de negocio empezamos a ver sitios y esta casa nos cautivó, es perfecta. La tomamos en arriendo y luego empezamos a gestionar un préstamos para poner en marcha la idea”, dijo Silvia, politóloga de la Universidad Javeriana y quien además de trabajar en su negocio trabaja con el Centro Nacional de Memoria Histórica.
Sabemos que vendrán momentos duros, pero creermos estar preparadas psicológicamente para ese momento. Siempre pensamos en ideas que nos ayuden a mejorar y por supuesto a surgir
Luego venía lo más importante, acondicionar el sitio para evitar más adelante inconvenientes con sus vecinos, pues allí se originarían variables sonidos musicales.
“Nosotras mismas hicimos el aislamiento con un ingeniero de sonido y un ingeniero civil. Nosotras ayudamos a remachar, a poner el driwall, a pintar. Fue maratónico porque almorzábamos y de una seguíamos en el trabajo. Claro que siempre contamos con la ayuda de nuestras familias, fueron y son incondicionales en este proyecto”, comentó Alejandra, de 24 años.
Terminaron al mes y luego compraron los instrumentos, pues además de prestar el servicio de salas de ensayo, creyeron que sería más completo si acondicionaban el lugar con instrumentos, pensando en los que no lo tienen pero desean aprender.
Aunque la idea empezó como sala de ensayo, únicamente, fueron surgiendo otros espacios culturales.
Uno de ellos es el alquilre de equipos y la producción de eventos (préstamo de sonido, inauguraciones de empresas, fiestas…).
Es ahí cuando brillan haciendo cosas que generalmente hacen hombres.
“Nosotras recogemos sonido, conectamos y desconectamos cables, ponemos guitarras, cargamos bafles… ja ja es chistoso porque la gente nos ve y se extrañan, como con cara de ¿qué hacen estas niñas cargando esas maletas? pues a veces llegamos con vestido (luego de alguna fiesta) a recoger nuestros instrumentos. Eso ha llamado mucho la atención y recibimos los elogios de nuestros amigos que dicen: chévere ver a mujeres haciendo lo se cree es de hombres”, dijeron.
Aunque ya cumplieron el año saben que les falta por vivir mucho más como empresarias.
Sin embargo consideran tener el entusiasmo y la valentía para afrontar lo que se venga, pues tienen el apoyo de sus padres y de la interminable lista de amigos que cada día crece más en este medio.
“Nos hacemos amigos de todos los que vienen a nuestras salas, porque no solo vienen bandas de rock, también han estado aquí músicos del género ranchero, vallenato, tropipop, norteño, metal y coros infantiles y juveniles. También cumplimos un rol cultural pues para quien quiera exponer sus obras o hacer talleres gratuitos no cobramos, siempre y cuando apoyemos al surgimiento de la cultura en la ciudad”,concluyeron.