20 obras rescataron la calle por dos días
Una tablero de ajedrez de dos metros, un sofá de heno, un cultivo de plantas, una mini sala de cine, unos maniquíes, un cicla generadora de energía y otras cuantas expresiones artísticas, culturales, deportivas y naturales desplazaron durante 48 horas los carros que tradicionalmente se ubican en la carrera 34 entre el parque San Pío y Cabecera I etapa.
Algunas personas que transitaban por allí pasaban y no entendían, otras miraban preguntaban y seguían, unas más se metían en el cuento e interactuaban con las puestas en escena sacándole jugo a la idea, mientras que las más testarudas insistían en parquear sus carros allí.
Era el ‘parking day’, un ejercicio del Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Bucaramanga que buscaba llamar la atención de la ciudadanía en torno a qué es mejor si que los espacios públicos sean ocupados por carros o que sean disfrutados por la comunidad.
El experimento se realizó en este sector de Cabecera donde diariamente se estacionan cientos de vehículos.
Francisco Centeno, director del Instituto Municipal de Cultura señaló a los asistentes que esta forma de generar una cultura de respeto por el espacio público y apropiación de lo nuestro, se basó en una experiencia extranjera y que se hizo mediante la convocatoria de artistas para que presentaran 20 propuestas que se tomaron entre miércoles y jueves la calle.
Vale decir que las propuestas o miniparques instalados fueron elaborados en material reciclable y su disfrute no representaba costo alguno para la ciudadanía.
“La idea es reflexionar sobre el verdadero uso y valor que debe tener el espacio público de la ciudad”, señaló el impulsor de esta idea.
Así, durante dos días, los creadores de estos ‘nuevos’ espacios permanecieron allí, buscando llevar un mensaje a la gente que nos haga reflexionar para tener una ciudad cada vez mejor y para el disfrute de todos.
¿Qué significaban?
Gente consultó con los creadores de dos de los proyectos.
Uno era una huerta casera, que estaba ubicada en la zona de San Pío. Según sus creadores se trataba de enseñarle a la gente cómo se puede tener un cultivo en casa con materiales reciclables. A quienes pasaban se les reglaba la semilla.
El otro era un cine callejero que constaba de un televisor y varias sillas ubicadas como en una sala de exhibición. Según su creadora la idea es invitar a la gente a disfrutar del séptimo arte.