¡Gracias Colombia!
Cuando era apenas un niño tuve la ocasión de ver a una de las mejores selecciones Colombia de la historia. Era la de Willington, Umaña, Zape, Calero, Díaz, etc. que me maravillaban con su forma de jugar. Recuerdo que en aquel 1975 me quedé con las tapas de las ollas listas para celebrar el primer título de una Copa América, pero se nos atravesó una selección de Perú muy bien conformada (tal vez la mejor de toda su historia).
Años después vinieron los Higuitas, Valderramas, Asprillas y demás que nos pusieron a soñar, pero que también nos dejaron un nudo en la garganta.
Hoy, cuando las expectativas eran menores, cuando decíamos sin mucha alharaca que de pronto nos podría ir bien, un puñado de jóvenes de excelsas condiciones físicas, pero mejores condiciones personales, nos ha llevado a la gloria.
Ellos, ejemplo para la juventud de esta era moderna bombardeada de drogas, alcohol, malas costumbres y ladrones de cuello blanco lograron lo que no ha podido ningún político: unir al pueblo colombiano en torno al deporte.
El himno nacional que muchos a veces cantan con pena, hoy es entonado a voz en cuello y hasta lágrimas se derraman.
Por fin las páginas de los periódicos y los titulares de los noticieros dejan de lado las capturas, desfalcos, accidentes, crímenes, siliconas, paracos, guerrillos, atentados, realitys y tanta basura que inunda nuestra sociedad para darle tiempo y espacio a algo tan noble como el deporte y más aún a un grupo de muchachos que le dan brillo a nuestra patria.
¡Gracias selección por habernos dado tanta felicidad y gracias por permitirnos creer en Colombia!