Tala de árboles, un tema para analizar
Por Gilberto Camargo Amorocho
Analizando la tala de árboles de la calle 45 con carrera 27 nos damos cuenta de que el marco legal es una cosa y la gestión pública para acatarlo es otra.
También notamos que la ética ambiental no se está aplicando en cuanto al manejo de ciudad se trata.
Acá se era consciente de no tener en cuenta la definición del impacto ambiental: “Cualquier alteración en el sistema ambiental biótico, abiótico y socioeconómico, que sea adverso o beneficioso, total o parcial, que pueda ser atribuido al desarrollo de un proyecto, obra o actividad”, de antemano haber escogido sábado 10 de la noche ratifica lo anterior.
Creo que este caso nos sirve para ahondar un poco más en el tema. Cuando se presenta un proyecto arquitectónico para tramitar su legalización, el curador le exige al responsable de la obra el permiso de la autoridad respectiva cuando en el proyecto hay alteración ambiental urbana.
Para exigir esto se requiere haber revisado bien el proyecto y comparar el estado actual del lugar y la propuesta.
Cuando la obra se demora en su inicio este permiso debe de nuevo solicitarse y aplicarse el mismo trámite para licencias ambientales, tal como lo dice el Decreto nacional 1220 de 2005: “Deberá obtenerse previamente a la iniciación del proyecto, obra o actividad”.
También falló el diseñador, pues atentó contra un bien sagrado en la ciudad, su espacio público con todos sus componentes, árboles, personas, predios vecinos y peatones.
Duele más saber que en ese lugar la actividad comercial será venta de libros o conocimiento.
Este incidente obliga de manera inmediata a corregir procesos de análisis de proyectos, inspección, vigilancia y control de obras y defensa de lo público en cuanto a su humanización y componente ambiental.
También invita a resaltar el valioso protagonismo de la participación comunitaria y la lucha diaria porque Bucaramanga cumpla como mínimo con los preceptos municipales de ‘Ciudad Sostenible’ y con 15 m2 de áreas verdes por habitante.