Madre, esposa y abuela incansable
Más que la ropa, los bolsos y la moda, hay otra pasión que retumba siempre en el corazón de Margarita María Gómez de Di Marco: sus hijos y nietos.
Ser mamá es no solo el regalo, sino la mejor condición que Dios le dio a esta luchadora empresaria reconocida en el negocio del buen vestir, en el sector de Cabecera.
Su vida y la de su esposo Víctor Raúl Di Marco cambió cuando llegó a sus vidas su primer regalo: María Juliana.
“No pensé que sería mamá tan joven pero lo tomamos como una bendición y alegría, y digo tomamos porque mi esposo siempre ha estado ahí, apoyándome en esta hermosa labor de ser mamá”, dijo Margarita, quien además hace parte de la lista de exalumnas del colegio de La Presentación.
Sin embargo el fruto del hogar no paró ahí y llegaron luego Paolo, quien reside actualmente en Estados Unidos; Doménico que a sus 24 años es historiador y músico, y Luca, estudiante de bachillerato del colegio San Pedro Claver.
“Lo más bello de ser mamá es ver crecer a los hijos, ver el resultado de lo que uno hizo durante mucho tiempo, como nos pasa a nosotros que los vemos hoy triunfando, exitosos y luchando por sus sueños”.
Un mundo moderno y laborioso
Esta bumanguesa es ejemplo de madre trabajadora.
En un siglo en el que muchas mujeres posponen o suprimen de sus planes el rol de madres, Margarita ha sabido manejarlo.
“La vida pasa muy rápido y uno cree que es difícil la crianza, lo es, pero la vida pasa rápido y cuando volteas a mirar los hijos ya no están, están creciendo como personas. Ellos son el motor que le dan a uno más o menos 18 años de electricidad.
“Además es respetable que algunas mujeres no quieran tener hijos, pues uno entiende que se quieran desarrollar profesionalmente. Lo que sí es que se pierden de muchas cosas, de verlos crecer, de verlos llegar a casa, de sentir un abrazo, un beso y una palabra linda. Y cuando ya uno los ve haciendo cosas grandes uno dice: ¡Dios! ¿este es mi hijo? ¿hasta dónde ha llegado? ¿a qué hora logró tanto?”.
Por eso cuando se entera de que alguno de sus hijos vuelve a casa no solo se emociona, sino que prepara los mejores ingredientes para cocinarles lo que les gusta y complacerlos al máximo.
“Los hijos sienten un lazo especial con su familia, siempre quieren volver a la casa, es como un puerto en el que están las puertas abiertas”, recalca.
Además destaca que uno de los momentos más importantes que siempre han tenido como familia es la comida.
“En el comedor conversamos, compartimos, nos reímos… es un momento sagrado y de mucho respeto. Esto por un lado, porque por el otro ellos extrañan mucho las reuniones familiares que generalmente se hacen en nuestra casa, por eso la llamamos ‘la casa del festejo’ (ja ja ja). Me encanta que mi casa esté llena, que los amigos de mis hijos vayan, nuestros amigos y demás familiares”, dice con emoción esta buena anfitriona.
De madre a abuela
Para Margarita los nietos son un repaso de la vida, de la niñez, la juventud… es revivir la inocencia.
“Ellos completan el círculo de amor. Son una satisfacción muy grande. Es repasar la crianza pero ya no con la angustia y los afanes que tuvimos con los hijos, propios de repartir el tiempo entre el trabajo y el hogar, sino con pechiche y consentimiento. Son una oportunidad para rectificar, subsanar heridas. Son una bendición y felicidad”, dijo sobre sus dos nietos.
Trabajadora incansable
Tiene de laborar el mismo tiempo que de casada: 33 años.
Sus inicios se dieron junto a su suegra, doña Nena, cuando ella comercializaba ropa en un local de Cabecera Tercera Etapa.
“Pensaron que yo podía empezar a desarrollar el negocio pues solo tenían zapatos de mujer, me gustó mucho y fuimos explorando más en la moda femenina”.
Hoy el nombre de Margarita Di Marco se ha posicionado en el mercado cumpliendo ya 12 años con un amplio local en La Quinta Centro Comercial.
“Ha sido el resultado de mucho trabajo diario, del apoyo de mi esposo y mis hijos porque ellos crecieron en este espacio, aquí venían a hacer tareas y trabajaban en temporadas altas. El negocio es parte de la casa y así lo vemos todos”.
De familias grandes
Margarita tuvo cuatro hijos y ella es hija de un hogar que dio vida a diez Gómez.
Su madre Alicia Díaz de Gómez tiene 79 años y se puede decir que sigue siendo el centro de atracción de la familia.
“Todos están pendientes, así haya muchos viviendo fuera de la ciudad y del país, pues en Bucaramanga solo estamos tres. Además tiene 16 nietos y la dicha de tener dos hijos sacerdotes… estar rodeada de tanta gente y cariño la mantiene bien junto a nosotros”.