La tragedia de Fundación
La muerte de más de treinta menores en el calcinado bus de Fundación por culpa de una suma de errores, debe servir de reflexión.
Se trata de vidas humanas, de pequeños seres indefensos que truncaron sus sueños y dejaron sumidas a sus familias en una infinita tristeza por falta de prevención, control y estricto cumplimiento de las normas tanto de los adultos (llámase conductor, ayudante, pastor, padres de familia, etc.) como de los entes gubernamentales.
En nuestro país somos muy laxos con las normas y por eso a cualquiera se le hace fácil conducir un vehículo sin licencia, sin medidas mínimas de seguridad y nadie le dice nada.
Centrándonos en el tema de los vehículos de servicio público ¿cómo andaremos en esa materia en nuestra ciudad? ¿Quién y cómo se está controlando el transporte público, especialmente el de menores de edad? Ya hubo un primer operativo con 34 vehículos inmovilizados.
¿Y qué tanta capacitación tienen hoy los conductores de ese tipo de transporte? ¿Quién les hace una evaluación para saber si están en condiciones de manejar cada mañana?
Ni qué decir de los carros piratas.
Repito, lo sucedido en Fundación es de la más extrema gravedad y debe sacudir al país, pero en un primer momento ni los medios de comunicación dimensionamos la tragedia por estar ocupados en chuzadas, espionajes, háckers, gritos, insultos y todo el bochornoso episodio protagonizado por quienes nos quieren gobernar.
Lo más probable es que este asunto tal vez quede en el olvido muy pronto porque hay elecciones y después viene el mundial. ¡Qué indolencia!