Criticamos pero… ¿qué hacemos?
Si como ciudadanos nos dedicáramos más a aportar, a construir y a proponer, en vez de criticar, seguramente tendríamos una mejor ciudad.
Es costumbre, casi que un deporte autóctono, criticar, criticar y criticar.
Nos quejamos porque la ciudad está sucia, pero ¿qué hacemos nosotros por mantenerla limpia? ¿Sacamos la basura a tiempo?, ¿no arrojamos papeles a la calle?, ¿barremos el frente de nuestras casas?
Nos quejamos por los trancones, pero ¿cuántos carros usamos al mismo tiempo en nuestra familia?, ¿qué tanto cumplimos las normas de tránsito?
Hablamos mal de nuestra ciudad o de sus parques, pero ¿realmente los visitamos? y estando en ellos ¿los cuidamos?
Renegamos porque dizque aquí no hay espectáculos culturales, pero cuando los organizan los quijotes, ¿vamos a verlos?, ¿los respaldamos?
Exigimos más escenarios deportivos, canchas, gimnasios, pero cuando nos los construyen ¿los tratamos como debe ser?
Criticamos el sistema integrado de transporte masivo, pero ¿lo usamos en forma debida? o al menos ¿lo mantenemos limpio?
Muchas veces vemos más lo malo que lo bueno, menospreciamos lo que tenemos y vivimos adulando a otras regiones, añorando lo que sus residentes hacen o tienen, pero no ponemos el más mínimo grano de arena para siquiera parecernos.
Del aporte nuestro depende que la ciudad crezca como queremos, somos parte integral de los procesos de desarrollo y debemos ser partícipes de su crecimiento, no quejosos permanentes y pasivos. Hagamos propuestas para la ciudad, porque nos alaban más afuera que aquí adentro.